Estudio Bíblico

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La historia y la guerra espiritual.



LA IMPORTANCIA DE LA HISTORIA Y LA GUERRA ESPIRITUAL.


Conocer la historia de nuestro país y de nuestras comunidades nos llevará a encontrar las claves de lo que oprime a las personas y comunidades de hoy. Muchos de los problemas personales, familiares, comunitarios, citadinos, políticos, sociales, religiosos tienen sus raíces en el inicio de nuestra cultura antepasada. Para el pueblo de Dios, para entender el presente y los planes de Dios, es importante conocer la historia de nuestro país y del cristianismo nacional. ¿Porqué nuestra capital, Guatemala, está en el Valle de la Asunción? ¿Porqué este país lleva el nombre de Guatemala? ¿Por qué está ubicado en Centro América? ¿Tiene Dios un propósito redentor o salvífico para nuestras comunidades?

Deut 32:7, que dice “Acuérdate de los tiempos antiguos, considera los años de muchas generaciones, pregunta a tu padre y él te declarará; a tus ancianos y ellos te dirán”, y aún también para los enemigos del pueblo de Dios es importante la historia como dice Esd 4:15 “para que se busque en el libro de las memorias de tus padres...sabrás que esta ciudad es ciudad rebelde y perjudicial...que de tiempo antiguo forman en medio de ella rebeliones…” , y otros pasajes nos hacen ver la importancia de la historia. Un vivo ejemplo son las Escrituras mismas para su iglesia. La historia nos hace ver la importancia de nuestras raíces, nuestra identidad, nuestros pecados, la venida del Evangelio, el crecimiento, los avivamientos, etc. Los primeros días de la historia de nuestras ciudades son muy importantes, porque una de las estrategias principales de satanás es interferir en el proceso de nacimiento y desarrollo de comunidades, ciudades y naciones. El estudio de la historia de una ciudad revelará con frecuencia las heridas que hemos sufrido, pautas de actitudes y conductas, costumbres, ambientes territoriales, la oposición o dificultades en la predicación del evangelio en algunos territorios, maldiciones, ataduras nacionales y aún los problemas que la Iglesia Evangélica tiene hoy.

Cuando Pedro de Alvarado vino a conquistar el territorio de Guatemala, los indígenas estaban divididos entre sí, de hecho, utilizó una tribu indígena como aliada contra las otras. Esa división ha sido característica de la historia del país en muchas formas: españoles, ladinos e indígenas, pobres y ricos, latifundistas y minifundistas, derecha e izquierda, etc., y esa división ha tenido constantes manifestaciones de violencia, derivada de los sacrificios humanos que se hacían a los dioses mayas, en los que una tribu, al conquistar a la otra, tomaba a sus prisioneros, generalmente jóvenes, y los sacrificaba a sus ídolos (lo mismo sucedía en el juego de la pelota con el equipo perdedor). Los muertos generalmente eran los jóvenes, como sigue siendo hasta ahora. En los años recientes la guerra interna (guerrilla-ejército) dejó como cauda de muertos, en su gran mayoría, jóvenes. La guerra de pandillas (maras), deja como cauda de muertos, en su gran mayoría, jóvenes. El crimen organizado, la violencia, la delincuencia, etc., deja como cauda de muertos, en su gran mayoría, jóvenes. Los dioses paganos a los que fue entregada esta tierra en los tiempos pre-coloniales, entrega que fue sellada con la sangre de sacrificios humanos, siguen demandando su cuota de sangre joven.

José Cecilio del Valle, uno de los próceres de la independencia de Centroamérica, molesto por la anexión de la región a México dijo “Maldita sea Centro América”. Y en Centroamérica, hemos vivido, a pesar de la gran bendición de ser una tierra fértil, con gran variedad de climas y una tremenda vocación agrícola, gran cantidad de recursos, etc., un problema tradicional de pobreza, enfermedad, falta de educación, inestabilidad política, etc.

Como Iglesia Evangélica venimos arrastrando una atadura de desintegración y división de la iglesia. Primero vinieron los presbiterianos, después la Misión Centroamericana, los “pentecostales”, los Bautistas, después se dividen los pentecostales y se forman las Asambleas de Dios y muchas otras misiones y denominaciones, y desde allí hasta hoy el denominacionalismo y la formación de tantas organizaciones eclesiásticas que han causado división en la obra de Dios. Debemos romper con esa parte de la herencia que nos dejaron nuestros antepasados, que si bien hicieron una gran labor en cuanto a la predicación y establecimiento de los cimientos de lo que hoy es la Iglesia Evangélica, también nos dejaron una herencia de división, ataques, conflictos, competencia, etc.

Como observamos por los ejemplos anteriores, la historia nos ofrece información que podemos usar para romper con las ataduras y maldiciones y producir un mover en oración, evangelístico, de discipulado, en
plantar iglesias y así poder manifestar el reino de Dios que trae liberación y restauración a nuestras comunidades.



COMO DESATAR LAS ATADURAS DE LA HISTORIA.

UNO. Reconocer que el pecado personal, como Iglesia y como país son y han sido las puertas de la opresión, desdicha, dolor con las consecuencias en la vida personal y en la sociedad. No nos queda otra cosa más que arrepentirnos, confesar y pedir perdón a Dios, a las personas y a la historia.
DOS. Identificar a las potestades y principados que tienen un cerco y un control tratando de dominar territorios. La investigación de la historia y de la vida familiar, comercial, política y socio-económica nos ayudará. Evidentemente que la actividad demoníaca en la vida de la gente, comunidades, empresas y gobierno es controlada por potestades satánicas superiores. Heb 11:3, Dan10:13; 20-21, los Evangelios y Apocalipsis.
TRES. Quitar las piedras de tropiezo. Isa 62:10. Es evidente que el pecado personal del hombre y la actividad satánica han traído tanta destrucción y ruina en la sociedad: destrucción personal, matrimonial, en los hijos, en lo laboral, corrupción, vicios, etc., han dejado mucho dolor en todos los niveles de la vida nacional. Por esta razón, el pueblo de Dios debe levantarse y pasar por las puertas (personalidades, eventos, circunstancias históricas, que ha dejado una huella de opresión y dolor), y barrer con toda la suciedad, obstrucciones, estorbos, ruinas que el reino de las tinieblas han dejado.
CUATRO. Reparemos y reedifiquemos en base al nuevo fundamento de los Principios de la Palabra de Dios y en el Espíritu.
CINCO. Una vez identificadas las raíces y ruinas antiguas debemos parar como iglesia de seguir haciendo daño y empezar a trabajar juntos en la construcción del Reino de Dios, esto se hace en oración, ayuno y clamor. Isa.58:12.
SEIS. Hay que reconocer que la Iglesia es el único recurso de Dios sobre la tierra para bendecir nuestras comunidades, ciudades y al país. Prov 11:10-11, 2 Cro 7:14.
SIETE. Nuestras ciudades y el país necesitan de intercesores que funcionen como guardas, que permanezcamos delante de Dios en continuo clamor hasta que Dios establezca nuestra patria y la ponga por alabanza, Isa 62:6-7, aún en medio de ejércitos que se levanten contra nosotros. Sal18:29
OCHO. Ejecutar el juicio de Dios sobre las potestades y principados.
NUEVE. Efe 6:12, la naturaleza de nuestra lucha no es entre nosotros, la Iglesia ni contra los seres humanos, es espiritual y contra demonios.
DIEZ. Col 2:13-15, Dios ya enjuició a satanás y a todas sus fuerzas. Fue enjuiciado en la cruz del Calvario. Satanás y sus ejércitos, comenzando con nuestro pecado, luego la condena contra nosotros, dice la Biblia que se les quitó totalmente el ropaje supuesto de autoridad, y que fueron exhibidos con publicidad para que todos se den cuenta de la victoria de la CRUZ sobre ellos. Ahora este triunfo es con aclamación, con ruido manifestando el triunfo.
ONCE. Efe 3:10, La Iglesia de Cristo es el agente de Dios en la historia sobre las naciones para proclamar HOY la gran variedad de formas de la sabiduría de Dios para todos los niveles de vida. Se trata que la Iglesia de a conocer, manifieste esa multiforme sabiduría a los principados y potestades, que éstos tengan el testimonio de primera mano.
DOCE. Sal 149:9, El papel de los cristianos e iglesias como pueblo de Dios es EJECUTAR lo que Dios ya ha decretado. No nos toca a nosotros enjuiciar al diablo, ya lo fue en la Cruz, nos toca declarar, anunciar, a ejecutar lo ya decretado por Dios; “como me envió el Padre así os envío a vosotros”. “El que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también y aún mayores hará”.


Bibliografía.
Revista Basileos No. 4, Marzo 2010.
Publicación digital de Editores OC.
El Salvador.


19 Mar 2010