Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Tatuajes y piercings.



TATUAJES Y PERFORACIONES DEL CUERPO (piercings).



En el mundo de hoy, entre los y las jóvenes (adolescentes y adultos), están de moda los tatuajes y las perforaciones en diversas partes del cuerpo para colocarse piercings. Y esa moda también llama la atención de las y los jóvenes cristianos, que por el hecho de ser cristianos no implica que dejen de ser jóvenes ni inmunes a la moda, por lo que acuden al consejo de los padres y/o de sus líderes para saber si pueden o no pueden hacerlo.


Ello demanda de nosotros, los adultos, buscar el certero y efectivo consejo de la Palabra de Dios para edificar su fe y evitar confrontaciones innecesarias. En estos casos no basta tan solamente darles una respuesta en base a nuestros gustos y/u opiniones autoritativas (que podríamos, pero que en aras de la edificación de su fe, y la libertad con la que Cristo los ha hecho libres, no deberíamos) sino que podemos y debemos aprovechar la oportunidad para que ellos aprendan y crezcan no solo en el conocimiento de la Palabra sino en el desarrollo de sus habilidades y capacidades para ser guiados por la Palabra y por el Espíritu Santo que mora en ellos y ejercitarse para el desarrollo de su libertad en Cristo y para la toma de decisiones responsables.


En principio, y en lo que respecta a nuestra realidad como país, es necesario recordar que el uso de tatuajes en los y las jóvenes, por parte de algunos sectores de la sociedad incluidas las fuerzas de seguridad, tienen una estigmatización derivada del uso que de los mismos han hecho las maras. Por tal situación, el uso de tatuajes es motivo de sospechas de pertenencia a ellas, y hasta de cárcel preventiva en lo que se investigan los antecedentes y/o actividades de los jóvenes que los portan, principalmente si son tatuajes expuestos. El sopesar esta situación y sus consecuencias es necesario para aquellos jóvenes que pretenden portar algún tatuaje.


La ley del Antiguo Testamento ordenaba a los israelitas, “No se hagan heridas en el cuerpo por causa de los muertos, ni tatuajes en la piel. Yo soy el Señor” (Lev 19:28 NVI). Aunque los creyentes hoy, no vivimos bajo la ley del Antiguo Testamento (Rom 10:4; Gal 3:23-25; Efe 2:15) como método de salvación ni para ganar el favor de Dios, el hecho de que hubo una orden contra los tatuajes, debería causarnos alguna duda con respecto a sí podemos o debemos usar tatuajes o aretes en diversas partes del cuerpo y/o si ello es agradable a Dios, ya que el Nuevo Testamento no nos dice nada al respecto.


En relación a los tatuajes y a las perforaciones del cuerpo, una buena prueba para saber si podemos hacerlo es examinarnos respecto a si podemos con sinceridad y conscientemente, pedir a Dios que bendiga y use esa actividad en particular para Su propio provecho. “Sí, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios (1 Cor 10:31; ver también Col 3:22-24). Si bien la Biblia no da una dirección específica contra los tatuajes o las perforaciones del cuerpo en las y los cristianos, tampoco da alguna razón para creer que Dios nos dejaría hacerlo sin más ni más.


Otro asunto a considerar es la discreción (Prov 2:11, 8:5). El significado esencial de la discreción, es no llamar la atención. La gente se comporta discretamente (en su vestuario, su manera de ser y conducirse, su manera de hablar, etc.,), lo hace de manera que no llama la atención. Los tatuajes y las perforaciones del cuerpo, definitivamente llaman la atención. En este sentido, los tatuajes y las perforaciones del cuerpo, no son discretas.


Un principio bíblico importante sobre asuntos acerca de los cuales la Biblia no se refiere específicamente, como es el caso de los tatuajes y los piercings, es que si hay lugar a dudas de que ello agrada a Dios, es mejor no involucrarse en tal actividad porque “Todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Rom 14:23). Otro principio importante al respecto es si edifica y no nos esclaviza de alguna manera (según la enseñanza de 1 Cor 10:23 y 1 Cor 6:12) podríamos hacerlo. En este caso, usar tatuajes y piercings, aún cuando puede ser neutral, definitivamente no nos edifica o convierte en mejores personas, y, por el contrario, ello podría ser una manifestación de esclavitud a la moda.. Por otro lado también la Biblia nos dice que todo aquello que a nosotros no nos causa problema, pero que le puede causar problema a un hermano más débil en la fe, no por ley, sino por amor a él, entonces que nos abstengamos de hacerlo (1 Cor 8:7-13). Es algo comprobado que, por lo menos a algunos de nuestros hermanos y hermanas en la fe, el hecho de ver jóvenes cristianos con tatuajes y/o piercings les causa problemas y/o tropiezos en su fe, principalmente si en la vida no cristiana ellos los usaron como símbolos de estar involucrados en actividades desagradables a Dios.


También necesitamos recordar que nuestros cuerpos, tanto como nuestros espíritus y nuestras almas, han sido redimidos y pertenecen a Dios (1 Tes 5:23). Aunque 1 Cor 6:19-20 no se aplica directamente a tatuajes y perforaciones del cuerpo, ésta nos da un principio, “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis en Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. Este pasaje debería proveernos también una orientación sobre lo que hacemos y a donde vamos con nuestros cuerpos. Si nuestros cuerpos pertenecen a Dios, deberíamos asegurarnos tener Su justo “permiso” antes (Rom 8:14) de que “los marquemos” con tatuajes y perforaciones.


En algunos casos, y a pesar de cuantos argumentos podamos esgrimir para que algunos de nuestros jóvenes lo consideren y se queden al margen de esas actividades, es inevitable que algunos usarán tatuajes y piercings. Ello no debe ser en ningún caso, motivo de rechazo, menosprecio, condena o acusación hacia ellos, actividades todas que son obras de la carne y tienen su origen en las tinieblas. Más bien, deben incitar en nosotros, el deseo de superar nuestros prejuicios, y amarlos de la misma manera que son amados por Cristo, y de la misma manera que amamos a nuestros prójimos que se conducen de maneras que tienen nuestra aprobación. Necesitamos conducirnos hacia ellos con comprensión y tolerancia, por cuanto la Biblia no califica ese comportamiento de pecado, y si Dios en su inmensa sabiduría no lo califica de esa manera, nosotros no podemos tampoco hacerlo, por cuanto con ello estaríamos usurpando el lugar de Dios como Juez y Legislador, que se constituiría en un pecado mayor al que estaríamos juzgando (Jer 11:20, Luc 6:37, 1 Cor 4:5).




22 Mayo 2009
Referencia: Jóvenes.