Estudio Bíblico

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Definiciones generales.



LA COSMOVISIÓN CRISTIANA BÍBLICA (01).

DEFINICIONES GENERALES.



Cosmovisión.
Una cosmovisión es una forma de ver y entender a Dios, el cosmos, el mundo, la vida, la propia existencia. Incluye las presuposiciones (paradigmas) de cómo y para que funcionan el mundo, las cosas y nosotros.
La manera en que entendemos e interpretamos el mundo en el cual vivimos, los anteojos por medio de los cuales vemos y entendemos nuestro mundo, y obviamente, que condiciona nuestra respuesta a las circunstancias y situaciones de la vida.
La perspectiva desde la cual vamos a enfrentar los complejos problemas del mundo moderno en general y de la vida (circunstancias) que nos tocan vivir específicamente.
De nuestra cosmovisión dependerá la relación que establezcamos con Dios, con las demás persona y con la creación entera, y de ello, dependerá nuestra calidad de vida.
Es la que, en mayor medida, va a determinar nuestras respuestas a las preguntas básicas de la vida:
• ¿De donde vengo?
• ¿Quién soy?
• ¿A dónde voy?
Por ende, a determinar el propósito, dirección, objetivos y metas de nuestra vida.
Todos, aunque no seamos totalmente concientes de ella tenemos una (Prov 23:7). Es más, en la gran mayoría de los casos, ni siquiera somos conscientes de que la tenemos. Solo respondemos a ella.
Ello implica que el acierto en la forma de vivir nuestra vida va a depender del acierto de nuestra cosmovisión al considerar el universo, la vida y nuestra propia vida.
Una cosmovisión correcta nos va a llevar a tener los pensamientos correctos, tomar las decisiones correctas y hacer las cosas correctas, derivando ello en una vida plena.
En tanto que una cosmovisión incorrecta nos va a llevar a tener los pensamientos incorrectos, tomar las decisiones incorrectas y hacer las cosas incorrectas que derivan en una vida vivida incorrectamente, una vida sin sentido, una vida fracasada desde la perspectiva de las cosas esenciales.
Nuestras vidas para llegar a ser trascendentes, tener sentido y lograr resultados no temporales, sino permanentes, requieren de una visión (Prov 29.18). Sin una visión que dirija nuestras vidas, vamos a perder en el camino, nos vamos a desenfrenar, desviar, etc., y nuestra vida no va a tener sentido. Vamos a vivir de acuerdo a las circunstancias tomando decisiones coyunturales en una u otra dirección según sea nuestra conveniencia, y al final, nuestras vidas no van a tener bienestar y calidad integral
Para que nuestra visión sea posible y realista, y logre los resultados que se esperan de ella, debe estar anclada en la realidad de la vida, es decir, en la cosmovisión correcta. Si no planteamos el problema correctamente, no vamos a plantear la solución correcta, y por ende, no vamos a obtener los resultados correctos.
Una visión construída sobre una base incorrecta, aún cuando nos puede llevar a alcanzar algunos resultados, no nos va a llevar a alcanzar todos los resultados y la plenitud de vida que Dios diseñó para nosotros (Rom 12:2, Jer 29.11, Jn 10:10, 2 Jn 2).
Y ello es aplicable tanto en nuestra vida personal como familiar, laboral, social, y ministerial. Sin una visión correcta, anclada en la realidad de Dios, el cosmos, el mundo y la vida, no solo vamos a sufrir nosotros, sino que todos los que nos rodean (cónyuge, hijos e hijas, compañeros de trabajo, amigos, comunidad e iglesia).
De tal manera que el conocimiento y la evaluación de la cosmovisión bajo la cual estamos viviendo es una cuestión de enorme trascedencia para el mejoramiento de la calidad de nuestra vida, y también, por el efecto y la influencia que tenemos sobre otras personas, para el mejoramiento de la calidad de sus vidas, comenzando por la de nuestra familia (cónyuge e hijos).



Dos grandes grupos de cosmovisiones.

El pensamiento occidental (deísmo).
Es la forma de pensamiento que reconoce a un dios como autor de la naturaleza, una especie de religión natural fundada en el sentimiento y en la razón, pero no admite la revelación ni tampoco la providencia divina ni culto externo.
La forma de pensamiento a partir de la cual se desarrollan todos los grandes sistemas de pensamientos y filosofías humanas.
Tiene como el centro y razón de todas las cosas la comprensión del ser humano y el logro de su bienestar. Por ello, en esencia, es humanística.
Surge en Grecia, desde donde, a través de los romanos, se expande al mundo, principalmente al mundo occidental.
Es fundamentalmente la cosmovisión desde las cuales nosotros los cristianos, en sy mayor parte, interpretamos a Dios, el universo, la vida, y la Biblia.

El pensamiento oriental (teísmo).
Es la forma de pensamiento que reconoce la existencia de un dios personal y providencial, creador y conservador del mundo, que tiene control sobre él, que se revela al ser humano y debe ser reverenciado.
La forma de pensamiento a partir de la cual se desarrollan todos los grandes sistemas de pensamiento religioso del mundo.
Tiene como centro y razón de todas las cosas la búsqueda de Dios y a Dios.
Es la forma de pensamiento desde la cual se desarrolla y se debería interpretar la Biblia para hacer una interpretación coherente con el pensamiento de Su Autor: Dios.



La Cosmovisión Biblica.
Es la forma en la cual nuestro Dios, el Dios verdadero, concibe el universo, la vida y nuestra vida.
Lo tiene a El como el centro de todas las cosas.
El es el Creador de todas las personas y las cosas (Gen 1:1), que fueron hechas por El, de El y para El (Rom 11:36) y fueron creadas para la manifestación de Su Gloria (Sal 19.1, Col 3:22-23)
La historia es la historia de El y de su relación con el mundo que ha creado (las personas y las cosas), (Hch 17:26-28, Heb 1:3).
El objetivo de la vida es vivir bajo sus principios para vivir en el más alto grado de bienestar posible (Gen 1.26-28, Mat 6:33, Jn 10:10b).
Si interpretamos la Biblia desde una cosmovisión diferente a la cual le dio origen, necesariamente vamos a cometer errores de interpretación, y ello va a implicar errores en cuanto a determinar quienes somos, que tenemos, cuál es nuestro propósito, y que es lo que Dios quiere para nosotros (Efe 1.17-19).
Esta es la razón por la cual la Biblia nos exhorta y nos manda a renovar nuestra manera de pensar, a partir de la renovación del espíritu de nuestra mente, que se refiere a nuestra cosmovisión: Efe 4:22-24: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
Sin este requisito no vamos a poder experimentar la plenitud de la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (identidad, herencia, propósito y poder, Efe 1.17-19), para nosotros como nos enseña Rom 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Hasta hace unos 300 años, la gran mayoría de personas en el mundo occidental tenían una perspectiva teísta del universo, el mundo y la vida, centrada en Dios, bíblica. En consecuencia, toda la sociedad y el gobierno se basaban en la creencia de que todo lo que Dios decía en la Biblia era correcto. Las leyes y los precedentes legales que regían las relaciones sociales tenían su origen en fuentes bíblicas. Al elaborar leyes, la Palabra de Dios era considerada en primer lugar.


La cosmovisión occidental (deísmo o dualismo).
Esta perspectiva surge durante el período histórico conocido como el de la Ilustración (Siglo XVII y XVIII). Aceptaban la posibilidad de que Dios hubiera creado el universo, pero afirmaban que a los seres humanos nos había sido dada la libertad de dirigirlo, con lo que comienza a producirse una separación en la forma de ver las cosas.
Se deja de ver a Dios como el rector de lo natural y de lo social.
Dos causas separadas de las cosas: lo espiritual y lo material.
Lo espiritual (el mundo de la religión)
Lo material (el mundo de la ciencia, del trabajo, de los negocios, de la política, del arte, de la cultura, del desarrollo, etc.)
El racionalismo se convierte en la filosofía dominante y en la única prueba de la verdad: si no se entienden los porqués, se descarta. Y ello también se aplica a la Biblia y a sus contenidos.
Como resultado de ello, la perspectiva del pecado cambia: ya no se es culpable delante de Dios por él, sino es el resultado de las circunstancias (Freud), y por ende, no se puede argumentar acerca de lo que es bueno o malo en general, sino que ello depende de cada persona.
Es en medio de este ambiente filosófico, que permea toda la sociedad occidental y todos los campos del conocimiento, que surge la teología como ciencia sistemática, y dentro de ese campo, algunos teólogos, formados dentro del racionalismo, cuyo peso ha sido bastante grande dentro del campo teológico, principalmente en los seminarios e instituciones especializadas en la enseñanza.
Esta tendencia muy fuerte ha sido reconocida por Lewis Chafer (fundador y primer presidente del Seminario Teológico de Dallas, y escritor de uno de los tratados de Teología Sistemática más estudiados en el mundo cristiano, de “sustituir la teología por la filosofía, la sicología y la sociología” (pág. ix, del Prólogo).
La definición de teología sistemática, en sí misma, conlleva este problema, porque se define como “el coleccionar científicamente, ordenar, comparar, exhibir, y defender todas las verdades de todas y cada una de las fuentes en relación a Dios y a sus obras” (pag. xi, del Prólogo).
Al utilizar el método científico, no la revelación, se cae en el racionalismo, porque la esencia del método científico es precisamente racionalista. Si no se puede explicar racionalmente, se desecha (de ahí surge que la teología sistemática tradicional no considera, más bien rechaza y refunde en el pasado, temas bíblicos que en la experiencia de la iglesia pentecostal son presentes, como los dones, los cinco ministerios, los milagros, las sanidades, las lenguas, etc.).
Desafortunadamente, mucha de nuestra doctrina actual en la iglesia, nuestra concepción de la vida cristiana y del papel del cristiano en la vida, del ministerio, etc., está influida por teólogos de esa línea de pensamiento, que cambiaron la perspectiva desde la cual la Iglesia interpretó siempre, desde sus orígenes, la Biblia.
Al utilizar esta cosmovisión para interpretar la Biblia, que es una base errónea de interpretación, necesariamente se cometen errores en esa interpretación. Una prueba de ello son una serie de dicotomías con las que luchamos todo el tiempo, no solo en el mundo no cristiano sino también en el mundo cristiano (nuestra concepción de lo que implica el cristianismo, la iglesia, la misión como creyentes, etc.) algunas de las cuales son:
• Mundo espiritual vrs. mundo natural.
• Fe, revelación y creencias, vrs. razón, observación y conocimiento.
• Religión vrs. ciencia.
• Valores vrs. hechos.
• Iglesia vrs. estado y organizaciones sociales.
• Trabajo espiritual vrs. trabajo secular.
• Testimonio eclesiástico vrs. testimonio secular.


BIBLIOGRAFÍA.

“La Fe Cristiana frente a los desafíos contemporáneos”.
John R. W. Stott.
Libros Desafío, CRC Publications. Primera reimpresión 1999.

“El Manifiesto de la Reforma”.
Cindy Jacobs.
Casa Creación, 2008.





18 Abr 2009
Referencia: Tema No. 01.