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Mayordomía del matrimonio.



MAYORDOMÍA DEL MATRIMONIO.



MAYORDOMÍA DE NUESTRO CÓNYUGE.
Nuestra pareja, independientemente de las circunstancias y sus características, es un regalo de Dios para nuestra formación y bendición, si en nuestro matrimonio procedemos de acuerdo con lo que dice la Palabra de Dios (Gen 2:18, Prov 18:22).
El matrimonio, para ejercer una buena mayordomía de él, necesitamos a Dios en el centro mismo del matrimonio (Jn 15:4-5, 1 Jn 4:7-8, Ecle 4:12).
La buena mayordomía en el matrimonio implica:
Primero. Compromiso con Dios y con su Palabra (Efe 5:21).
Segundo. Compromiso con la unidad y ayuda mutua, formar un equipo para todas las cosas de la vida (Gen 2:23-24, Ecle 4:9-12).
Tercero. Compromiso con el cuidado integral del cónyuge (1 Tes 5:23, Fil 4:19) y con la atención de sus necesidades básicas en todos los órdenes de la vida (1 Tim 5:8, Prov 31:13-14) y entre ellas, de sus necesidades sexuales (1 Cor 7:5).
Cuarto. Buen trato y respeto (1 Ped 3:7, Prov 21.19).
Quinto. Compromiso con el cuidado del corazón propio y del cónyuge (Prov 31:11, Prov 4:23, Heb 12:14-15).
Sexto. Compromiso con la sabiduría y el buen consejo en todo momento, que ellas prevalezcan en todo el desarrollo de la relación (1 Ped 3:7, Prov 31:26).



EFE 5:21-31.

La Palabra, independientemente de que seamos hombres o mujeres nos indica la necesidad de someternos unos a otros en el temor a Dios, y ello no excluye el matrimonio. Para tener un matrimonio exitoso, satisfactorio y ejercer una buena mayordomía de él, lo primero que necesitamos es estar sometidos a Cristo. La sumisión (como el amor) requiere darse en una doble vía. La sumisión mutua debe ser en el temor de Dios: en obediencia y de acuerdo a los principios de la Palabra de Dios (Rom 13:1-7).

Esposo y esposa han sido dotados por Dios de autoridad. La autoridad no es una concesión ni un derecho, es una responsabilidad que Dios nos asigna. La falta de reconocimiento y oposición a la autoridad del esposo o de la esposa se constituye en oposición a Dios y acarrea para sí mismo condenación.

La sumisión tiene una contrapartida que es el servicio: el que se sujeta recibe a cambio protección y servicio. En el matrimonio, el servicio y la protección deben ser mutuas.

La sumisión implica respeto y honra por lo que las parejas necesitan aprender a respetarse y honrarse mutuamente.

El marido es cabeza de la mujer así como Cristo es cabeza de la iglesia.
• Primero en autoridad.
• Primero en amor (Jn 3:16): amarlas como Cristo amó a la iglesia y como a si mismos.
• Primero en servicio (Mat 10:42-45): entregarse a y dar sus vidas por ellas, servirlas.
• Primero en cuidarla: sustentarlas y cuidarlas como Cristo a la iglesia.
• Primero en relación (Gen 2:24).



1 COR 13:1-8.
La esencia el matrimonio es el amor y Dios es amor, lo que implica llevar nuestro matrimonio como para Dios (Col 3:22-24).
Podemos ser responsables con la iglesia, el trabajo, la provisión económica, pero sin amor en el matrimonio, para con la pareja ello no sirve de nada (solo es mejor que nada).
El potencial de amar a nuestro cónyuge ya está en nosotros, la imagen de Dios (Dios es amor) y las características de ese potencial son:
• Sufrido: que aguanta, paciente, tardo en responder.
• Benigno: mostrarse uno mismo útil, ser útil.
• No tiene envidia: no es celoso, no se mueve por envidia.
• No es jactancioso: no es fanfarrón, no hace alarde de sí mismo.
• No es envanecido: no se eleva por encima del otro, no se hace más que el otro.
• No hace nada indebido: no hace nada que el otro considere malo, negativo, en su contra.
• No busca lo suyo: no demanda, no hace cosas por maquinación (dar para obtener).
• No se irrita: no se violenta, no ataca, no hace daño, no insulta, no menosprecia.
• No guarda rencor: es perdonador, no es indigno, no es injurioso, no es depravado.
• No se goza de la injusticia: no maquina ni se se alegra de lo malo ni del mal del otro.
• Se gozo de la verdad: se gozo con el bien del otro.
• Todo lo sufre: cubre con silencio multitud de faltas.
• Todo lo cree: tiene fe en la otra persona, le da crédito, confía en ella.
• Cree lo mejor de la otra persona, piensa todo lo bueno del otro (Fil 4:8).
• Todo lo espera: no pierde la fe ni la esperanza, permanece, no se desespera.
• Todo lo soporta: persevera, permanece, sostiene, se queda.
• Nunca deja de ser: ni siquiera en algún tiempo, nunca jamás decae, sacado de curso.





05 Ene 2009
Referencia: Matrimonio (02)