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Los dones espirituales.



DONES ESPIRITUALES.



INTRODUCCIÓN.



Perspectivas de abordaje de los dones espirituales.

Dos visiones: la visión situacional y la visión constitucional.

Visión situacional.
Los creyentes pueden recibir y disponer de todos los dones espirituales cuando los necesiten.
Si la "situación" requiere que cierto don se aplique entonces Dios le dará a la persona el don espiritual apropiado.
La idea de que hoy tengo un don pero mañana ya no, reduce el incentivo de invertir tiempo, energía y recursos para desarrollarlo y lograr la excelencia requerida en el área de ministerio que nos fue otorgada.

Visión constitucional.
Los dones son dados como posesiones que acompañan a las personas toda la vida.
Cada persona es responsable de utilizarlos de una forma responsable, efectiva y provechosa como buenos administradores de la gracia de Dios (1 Ped 4:10).
Se acerca más a la idea de que la Iglesia funciona como un cuerpo.
Cada miembro tiene una misma función siempre, aunque adquiere, mediante el tiempo y el ejercicio, cada vez más destrezas en la función que desarrolla.
Brinda el fundamento para que los creyentes se focalicen en el don o los dones que han recibido, desarrollándolos y mejorando su uso con el tiempo.


Fundamento básico.
Somos nacidos de Dios. Somos hijos e hijas de Dios. El es nuestro Padre.
En calidad de hijos e hijas de Dios somos participantes -aquí y ahora- de la naturaleza divina: poderosa, milagrosa, que se manifiesta no solo en carácter sino en facultades (Isa 8:18).
El poder de Dios no ha cambiado; lo que ha cambiado ha sido la incidencia de ese poder y la manera en que es comunicado en las circunstancias concretas de cada una de las dispensaciones.

En el A.T., el Espíritu Santo, se hallaba en los cielos, y eventualmente descendía sobre alguna persona, generalmente profeta.
En el N.T. (desde el día de Pentecostés), bajó del cielo a la tierra y vino a morar a los cuerpos y mentes de los redimidos (1 Cor 6:19).
Su centro de operaciones a cambiado del cielo a la tierra.
Su forma de comunicarse ha cambiado desde el exterior hasta el interior (1 Ped 1:12).
Esa es exactamente la diferencia de significado en las expresiones empleadas por el Señor en Jn 14.17: "Mora con vosotros" (antes de Pentecostés), y "estará en vosotros" (después de Pentecostés).


La diferencia de la operación del Espíritu Santo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
En el AT los hombres experimentaban poder divino; en el NT reciben poder.
En el AT respondían al poder; en la nueva El les da poder (Luc 10:19).
El Espíritu Santo descendía sobre los hombres antes de Pentecostés; hoy, desde que descendió aquel "aguacero" celestial, El los satura y los llena (Hch 2:4, 1:8).
En el AT las energía de Dios eran impuestas desde el cielo sobre los individuos escogidos para efectuar ciertas tareas específicas. En el NT tales energías son distribuidas entre los hombres, entre aquellos que tienen fe para recibirlas.
En el AT ciertos individuos; desde Pentecostés, todos pueden poseer algun don del Espíritu Santo para la edificación de la Iglesia y para beneficio del mundo.
En el AT algunos eran para señales y presagios realizados por el Espíritu Santo desde el cielo.
En el NT todos son para señales y presagios ejecutados por el Espíritu Santo desde el interior de ellos.
Antes de Pentecostés, Elías en presencia del muerto clamó a Jehová y dijo: "Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él". Eliseo en la casa de la sunamita, fue a la habitación del muerto y mirando al cielo "oró a Jehová". Después de Pentecostés, Pedro, volviéndose no en dirección al cielo sino hacia el cadáver de la amada Dorcas, pronunció la palabra de autoridad que le dio el Espíritu: "¡Levántate!". Ella abrió los ojos, se movió, habló, se levantó: "Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo".


1 Cor 12:1-21.
No puede haber una plena y aceptable conformidad al modelo divino de adoración en una iglesia en donde los dones espirituales son despreciados o se les descuida, como tampoco lo puede haber en una donde se hace abuso de ellos.
Los dones espirituales no son una opción en la Palabra. No se trata de aceptarlos o no. Si aceptamos la Palabra, hay que aceptarlos.
Si se acepta uno de ellos se deben aceptar todos los demás y si se rechaza uno de ellos, se deben rechazar todos los demás también.
Claramente la intención de Dios es que su pueblo fuese iluminado en lo concerniente a los dones, a todos los dones, no solo algunos, no solo los que les gusten, o los que les parezcan. Todos. Son una unidad.
La ignorancia a la que se refiere Pablo mediante el Espíritu no es ignorancia respecto de la existencia de los dones, sino la concerniente a sus usos, empleo y control.
Los dones son diversos pero el Dador es uno solo.
Los afluentes son muchos pero la Fuente es una sola y la misma.
La variedad de los dones, ministerios y operaciones es la variedad de la unidad, no de la división.
La diversidad es corporativa, no competitiva.
En el bautismo en el Espíritu, el Espíritu Santo no tan solamente ha descendido del cielo a la tierra. También ha impartido su omnipotencia y omnisciencia entre los hijos del Señor: los dones espirituales.


Dos aclaraciones respecto a los dones espirituales.
En el lenguaje común cristiano, por dones reconocemos las habilitaciones de Dios para desarrollar una función o un oficio dentro del Cuerpo de Cristo, y básicamente en el ámbito eclesiástico y en las actividades relacionadas con este.

Primera aclaración.
Todo lo que recibimos de parte de Dios es un don (regalo). La palabra don significa precisamente eso: un regalo que no merecemos, sino que nos es dado por la misericordia y gracia de Dios (1 Cor 4:7).
Entonces, don, en realidad es todo lo que tenemos: salvación, redención, justificación, santificación, fe, un destino glorioso, familia, bienes, trabajo, habilidades, características físicas y psicológicas, bienestar, comodidad.
Todo lo material o "secular" como familia, bienes, trabajo, habilidades, características físicas y psicológicas, bienestar, comodidad, etc., son también dones de Dios (Heb 11:3, Rom 11:36).
Entonces, lo que nosotros llamamos dones espirituales, es decir, las habilitaciones de Dios para el servicio a El, en realidad son solo una parte mínima, aunque no por ello menos importante, de todos los dones que El nos ha dado como regalo por el hecho de ser sus hijos e hijas amados.

Segunda aclaración.
Esas habilitaciones no son solo para el servicio en el ámbito eclesiástico.
Esa es una restricción auto-impuesta que le hemos hecho a los dones, puesto que Dios no solo se mueve en el ámbito eclesiástico o de las actividades eclesiásticas, sino que Dios se mueve en el mundo entero, porque todo es de El, por El y para El (Rom 11:36).
Los dones son para hacer la obra de Dios y para suplir necesidades.
Como existen obras por hacer para Dios y necesidades para suplir en Su nombre no solo dentro sino también fuera de la iglesia, es necesario, entonces, que abramos nuestra mente para la operación de los dones dentro y fuera de la iglesia.
Es evidente la necesidad de desechar nuestros paradigmas religiosos, y aún mundanos, que hemos manejado respecto a la operación de los dones espirituales, para entrar en la dimensión de la plenitud de su operación y de la voluntad de Dios de impactar el mundo con la manifestación plena de ellos.




GENERALIDADES.



Definición (1 Cor 12:4-7, 19-31,
Son "atributos" especiales que Dios concede a cada miembro del Cuerpo de Cristo según Su gracia, para usarlos en el contexto del cumplimiento del propósito de Dios para la vida de esa persona, de la Iglesia y del mundo que le rodea.
Es la manera como Dios determinó llevar adelante el trabajo de la iglesia, supliéndola con una variedad de ellos para que haga la obra del ministerio.
Un don es una capacidad o función específica en tanto que un ministerio es la esfera en la que los dones pueden obrar entre cierto grupo de personas o en una zona geográfica determinada y las operaciones son las consecuencias prácticas o resultados de la acción de los dones.


Lo que son.
Son dados por Dios como El quiere (1 Cor 12:18), es Su prerrogativa; sabe donde y como van a ser necesarios y utilizados y los distribuye de acuerdo con esa perspectiva.
Para el beneficio colectivo, no para beneficio personal del que los recibe.
En el proceso de su distribución encontramos a la Trinidad en acción: el Padre proporciona los dones, el Hijo determina el servicio y el Espíritu da el poder (1 Cor 12:4-6).
Para la iglesia son como el cemento lo es para un edificio (Efe 4:11-16). Sirven, no solo para edificar el Cuerpo de Cristo, sino para irlo uniendo en todas sus diferentes partes de tal manera que puede funcionar como un Cuerpo, bien unido.
La diversidad de ellos se debe a que cada miembro del Cuerpo tiene que cumplir una función específica aunque diferente- Tiene su origen en Dios por lo que no debe ser un motivo para sentirse superior o inferior a otros.
Todos, independientemente del don que nos es asignado y de la posición en la que Dios nos ubica, dentro del cuerpo, nos necesitamos unos a otros para crecer en Cristo y en el Cuerpo.
Ninguno es más ni menos necesario; todos somos igualmente necesarios dentro del Cuerpo (1 Cor 12:14-26).
Cada miembro del Cuerpo puede desear tener un don particular (1 Tim 3:1), y más aún, se nos incita a procurarlos (1 Cor 12:31, 1 Cor 14:1); esto no le asegura que lo podrá obtener; la decisión final está en Dios y en su infinita sabiduría.
El don que nos sea asignado debemos recibirlo con gozo, desarrollarlo con fidelidad y con agradecimiento a Dios que nos tuvo por dignos de recibir Su regalo.
En última instancia, lo importante es que cada uno tenga en su corazón el deseo de recibirlos o descubrirlos, desarrollarlos y usarlos.


Lo que no son.
No son talentos naturales. Podemos tener talentos aunque no seamos creyentes, pero no podemos tener dones a menos que pertenezcamos a la familia de Dios.
Los talentos y su uso dependen del individuo mismo, pero los dones dependen de Dios.
Los talentos son para beneficio del individuo o para quienes éste desee beneficiar. Los dones son para la edificación del Cuerpo.
No son el fruto del Espíritu (Gal 5:22-23). El fruto se refiere al carácter del creyente mientras que los dones tienen que ver con el ministerio de Cristo.
El fruto es la consecuencia de la obra de Dios en nuestras vidas y de la obediencia, en tanto que los dones son un regalo de El.
Uno podría tener todos los dones, sin embargo, si no tiene el fruto del Espíritu, ello no valdría de nada. En todo caso, el fruto es requisito indispensable para el ejercicio eficaz de los dones (Mat 7:21-23).
No constituyen la función del cristiano. Las funciones del creyente son algo que se espera de cada uno de nosotros como nuestro estilo de vida (orar, ayunar, leer la Palabra, no dejarse de congregar, etc.).
Necesitamos tener cuidado de no confundir los dones espirituales con las falsificaciones que el diablo hace de ellos. Cada don dado por Dios puede ser falsificado por satanás y puede influenciar a creyentes y a no creyentes.
Las falsificaciones de satanás tienen por objeto mentir, destruír, robar y "matar" en tanto que los dones tienen por objeto todo lo contrario: proporcionar la vida abundante que Cristo nos ofreció, por ello debemos tener siempre presente, al estar frente a manifestaciones sobrenaturales, que el árbol se conoce por sus frutos, no solo de corto sino de mediano y largo plazo.
El orgullo, la competencia, las emociones, el sensacionalismo y la ignorancia son algunas de las condiciones que pueden propiciar las manifestaciones falsas de los dones espirituales.
Es necesario ejercitar el discernimiento del bien y del mal para estar preparados en cuanto al uso o abuso de los dones.


Regalos de la Gracia (Rom 12:6, Rom 8:32).
Una de las palabras que se traduce en el Nuevo Testamento como "Dones" es la palabra griega "Charisma", que significa un regalo de la gracia de Dios.
Los dones son un regalo que no nos merecemos, que Dios nos da porque nos ama y nos quiere hacer parte del trabajo que El está realizando en la tierra.
No depende de nuestros méritos, habilidades o capacidades.
Dependen de la decisión soberana e infinitamente sabia de nuestro Padre.
Son un regalo no algo que nos ganamos.
No podemos hacer nada para poseerlos, desarrollarlos o incrementarlos, excepto quitar las barreras que impidan que el don pueda fluir libremente y ejercitarlo cada vez que haya una oportunidad.
Aún las oportunidades son el resultado y la manifestación de la gracia (Efe 2.10). Dios preparó las condiciones para que hiciéramos buenas obras para que anduviéramos en ellas.
El ejercicio de los dones debe ser hecha también como una manifestación de esa misma gracia (Mat 10:8, 1 Ped 4:10).
El ejercicio del ministerio (que es un don de Dios asignado a los hombres) también es un regalo de la gracia de Dios. No ganamos nuestra posición en el ministerio del Señor por nuestra gran dedicación o por nuestra fidelidad sino que es una posición que nos es dada.
Aún cuando la dedicación y la fidelidad en el ejercicio de los dones son necesarias (Mat 20:14-30, la parábola de los talentos; Luc 19:11-27, la parábola de la minas); Mat 20:1-16, la parábola de los obreros de la viña), ello no significa que obtenemos los dones y/o el ministerio por ellas (1 Cor 15:9-10).
Ellas son necesarias no por motivo de "ganar más"sino porque:
UNO. El amor de Cristo nos motiva, nos impele, produce una necesidad interior ("nos constriñe", Rom 1:14), para servir a los demás como El nos sirvió a nosotros.
DOS. No depende del que quiere ni del que corre sino de Dios que tiene misericordia (Rom 9:16).
TRES. El es el que pone el querer como el hacer en nosotros (Fil 2:13).
CUATRO. No tenemos nada que no nos haya sido dado, todo lo que somos y tenemos como creyentes (y aún como incrédulos) nos ha sido dado desde lo alto como una manifestación del amor de Dios hacia nosotros (Jn 3:16, 2 Cor 4.1).
Los dones y el ministerio son oportunidades de servicio, y el servicio es un resultado de nuestra nueva naturaleza, que recibimos en el momento del nuevo nacimiento (2 Cor 5:17).
Nuestra nueva naturaleza es un regalo de Dios.
Dentro de esa nueva naturaleza viene el deseo, la necesidad de servir, y los dones para hacerlo.
Entonces, al final, nuestro servicio a Dios y a los demás, nos es algo que merecemos, sino algo que nos fue dado por gracia, por misericordia (2 Cor 4:1).
Como dones (regalos), son irrevocables (Rom 11:29). Los usemos o no, los queramos o no, por el resto de nuestra vida allí van a estar, son parte de nuestra nueva naturaleza.
Como tales, su ejercicio nos va a producir un sentimiento de gozo, bienestar, realización personal, etc. Necesitamos (no debemos sino necesitamos, por nosotros mismos) esforzarnos en el ejercicio de ellos ("no desmayamos", 2 Cor 4:1).
Implica: dedicación, esfuerzo, fidelidad y responsabilidad en su ejercicio.
Ese ejercicio de todos modos también es un resultado de la Gracia de Dios en nosotros (en el mundo éramos egoístas).
En conclusión, los dones, su ejercicio y sus resultados provienen de Dios (2 Cor 3:5).


Propósitos.
En términos generales (además de los específicos de cada uno):
PRIMERO. La edificación (maduración) y crecimiento (numérico) de los creyentes y de la iglesia en general (Efe 4:11-13, 1 Cor 12:7, 1 Cor 14:12, 1 Cor 14:26.
SEGUNDO. Establecer y desarrollar la unidad del Cuerpo de Cristo en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios (Efe 4:11-13).
TERCERO. Glorificar a Dios (1 Ped 4:10-11, Col 3:23-24, 1 Cor 10:31-33, Mat 16:15-18, Hch 4:29-31, Hch 8:4-8, Mat 16:15-18).
CUARTO. Alentar, sanar y liberar a los y las creyentes, y traer a las personas incrédulas al conocimiento de Dios (Luc 4:18-19).
QUINTO. Establecer el Reino de Dios en la tierra y que sea hecha Su voluntad aquí como en el cielo (Mat 6:9-10).
SEXTO. Bendecir a otros (1 Cor 12:25).


Nuestra actitud hacia los dones.
En general, honra, aprecio, agradecimiento y reconocimiento como regalos de la Gracia de Dios en nuestro beneficio. De ello deriva:
UNO. No ignorarlos ni ignorar acerca de ellos, de su propósito, de su forma de operación. Conocerlos bien, familiarizarnos con ellos (1 Cor 12:1, 4-7).
DOS. Desearlos en nosotros, tener un gran deseo de que se manifiesten a través de nosotros para bendecir a otros, tener un gran deseo de ser útil a la obra de Dios y a la edificación de nuestro prójimo (1 Cor 12:31, Rom 1:11-12).
No descuidarlos, despreciarlos, menospreciarlos, ignorarlos y/o negarlos (1 Tim 4:14).
Avivarlos, mantenerlos vivos, activos, desarrollarlos; buscar y/o provocar oportunidades para operarlos (2 Tim 1:6-8, Rom 11:29).



PROBLEMAS RELACIONADOS CON EL MANEJO DE LOS DONES.



Abuso de los dones.

Generalidades.
Es algo posible porque nuestras mentes no renovadas, la imperfección y el pecado que aún puede haber en los creyentes.
Los dones pasan a ser "nuestros" cuando los recibimos y su ejercicio va a depender por lo menos en alguna medida, de nuestra voluntad --> podemos hacer buen y/o mal uso de ellos.
Ninguna de esas cosas los hace menos divinos ni menos auténticos.
Balaam no fue agradable a los ojos de Dios y no por ello la Biblia y Dios mismo lo dejan de llamar profeta o pierde su don y su llamado.
Igual cosa sucede con Sansón, David, Moisés, etc.
La responsabilidad del adecuado uso de los dones, y de sus límites, Dios la pone en nosotros por lo que podemos y debemos controlar su uso. Dios espera que lo hagamos.
Cualquier confusión, desorden, abuso o mal uso de los dones no es responsabilidad de Dios sino del que los opera- Dios no es Dios de confusión sino de orden y el nunca transgrede su palabra (1 Cor 14:1-5, 13-19, 23-33, Num 23.19
Siempre, donde hay vida, existe la posibilidad de que se llegue a producir desorden.
El diablo, de alguna manera, va a tratar de introducir su desorden para robar, destruir y/o matar la vida que hay allí.
Es nuestra responsabilidad establecer la forma de controlarlo.
El desorden no se controla quitando la vida, si procedemos así le hacemos el juego al diablo.
El fuego, bajo control sirve a la vida.
Pablo, igual que Pedro, se enfrentaron a la posibilidad de un mal uso de los dones, intervinieron inmediatamente, no para retirar los dones de la iglesia, sino para corregir y disciplinar al (o los) culpable(s) de querer abusar de ellos (Hch 8:18-24, 1Cor 13 y 14).
El hecho de que hayan habido falsos profetas y/o profetas que se extravíen del camino (como en el Antiguo Testamento) no hizo que Dios haya dejado de levantar profetas.
Estableció disposiciones, límites y parámetros para contrarrestar el posible abuso de los dones.


Formas de abuso y otros problemas en relación con los dones.
1 Cor 12, 13 y 14:
* La falsificación de los dones (12:3).
* El orgullo (12:21).
* El menosprecio o aprecio diferenciado de personas de acuerdo al don (12:22-26).
* La división (12:25-26).
* La falta de amor (13).
* El desorden (14).
* Deformación, sublimación o apagamiento de los dones.
* Ministrar en el don y/o el llamado incorrecto.


La falsificación de los dones (1 Cor 12:3).
Los creyentes estamos inmersos en una batalla entre el bien y el mal (el diablo).
Tenemos un enemigo, así como también tenemos armas para luchar contra ese enemigo (los dones).
El enemigo va a tratar de neutralizar nuestras armas falsificándolas para robarnos la fe en ellas y señalar los errores en su uso para que las desechemos. Cada don de Dios el diablo va a tratar de falsificarlo
La primordial característica de lo falso: no es para glorificar a Dios ni es para que los demás reconozcan a Jesús como Señor y Salvador sino, generalmente, para el reconocimiento de la persona (1 Cor 12:3).
Las personas con los falsos dones no manifiestan el fruto del Espíritu (Gal 5:22-23); más bien manifiestan las obras de la carne (Gal 5:18-21).
Idolatría (valorar más el don que al Dador de los dones, hacer de los dones el centro de nuestra actividad en lugar de al Señor de los dones).
Hechicerías (utilizar los dones para manipular a las personas y ponerlas bajo control en lugar de edificarlas; hacerlas dependientes de la manifestación de los dones y/o de las personas con los dones en lugar de depender del Espíritu Santo).
Enemistades, pleitos, contiendas, disensiones (causar división en lugar de unidad).
Celos, iras, envidias (en lugar de apreciar y honrar a todos por los dones, menospreciar a unos y sobre- apreciar a otros, orgullo espiritual, preferencias, etc.).
Herejías (enseñanzas no bíblicas, rendir culto a los poseedores de los dones en lugar de al Proveedor de ellos).
Otros: inmundicia sexual, "venta" de los beneficios de los dones, etc.
En los últimos tiempos, ante la mayor manifestación del Espíritu Santo, los falsos también se van a multiplicar hasta el extremo de la bestia y su falso profeta, que harán señales mentirosas.
El remedio:
UNO. Ejercitar nuestros sentidos para discernir el espíritu que se encuentra detrás de las señales que veamos.
DOS. Evaluar, no según las señales, sino según los frutos que vayan a producir esas señales, no solo en el corto plazo, sino en el largo plazo (una mentira puede sostenerse en el corto plazo, pero no puede sostenerse por mucho tiempo).


El uso de los dones y el orgullo.

Es el principio de la caída (de hecho el mismo diablo experimentó eso, por ello es experto en ponernos esta trampa).
La primera tentación: apropiarse del mérito que es el camino al orgullo y la posibilidad de la caída (Prov 16:18-19).

El remedio (Prov 16:17, 1 Ped 5:5-9).
Apartarnos del mal, guardando nuestro camino.
Sujetos a los ancianos (autoridades), sumisos y humildes.
Sobriedad y velar continuamente.
La operación de los dones depende de la gracia de Dios y la mayor operación de ellos depende de mayor gracia. Para obtener mayor gracia el camino es la humildad.


El menosprecio o aprecio diferenciado de las personas de acuerdo a su don.
La tendencia humana es valorar a las personas de acuerdo a lo que hacen o dejan de hacer y de acuerdo con ello, clasificar de más y menos valioso, y por ende, diferenciar el trato de acuerdo a esa valoración.
El ejercicio de los dones se presta a ello  darle a las personas un trato diferenciado de acuerdo al don que manifiesten  que nos guste más o menos  1 Cor 12:21.
El remedio: velar para no hacer acepción de personas en el trato  Sant 2:1-4, 8-10, 1 Cor 12:22-26.


La división (1 Cor 12:25-26) y los dones.
Hacer acepción de personas de acuerdo al don  división  debilidad  obras del diablo.
• Dividió a Adán y Eva.
• Dividió al pueblo de Israel entre el norte y el sur.
• Dividió a Saúl con David.
• Dividio a Judas con Jesús.
• Divide a la iglesia en pentecostales y no pentecostales.
El diablo sabe que:
Primero. Uno contra mil, pero dos contra diez mil (1 Sam 29:5).
Segundo. Donde dos o más estamos reunidos y de acuerdo en lo que pidamos, Dios nos lo va a conceder (Mat 18:19).
Tercero. Mejores somos dos que uno porque nuestras fuerzas en la guerra contra el diablo se multiplican (Ecle 4:9-12), etc.
Por lo tanto, el diablo va a tratar por todos los medios de dividir al ejército de Dios para retrasar su inminente derrota (como si ello fuera posible) y aún cuando no lo va a lograr, si nos va a dañar como Cuerpo, si caemos en su juego.

Remedio:
El ejercicio de los dones no debe ser un provocador de división entre el Cuerpo.
Debemos ser respetuosos de nuestras diferencias, y no concentrarnos en ellas, sino en lo que nos hace uno: el ser hijos de un mismo Padre y hermanos de un mismo Señor.


La falta de amor (1 Cor 13) y los dones.
1 Cor 12 y 14  dos capítulos que hablan del ejercicio de los dones.
1 Cor 13  en medio  el capítulo del amor  no es casualidad.
El ejercicio de los dones  guíado por el amor  interés, necesidad, beneficio, etc., de los otros, no de nosotros (Mar 10:42-45)
Ejercicio de los dones sin amor  abuso  Mat 7:15-23.

El remedio:
Delante del Señor lo que tiene valor es el corazón, no lo externo.
Solamente el amor es el motivo correcto para el ejercicio de los dones.
Cualquier otro motivo (reconocimiento, beneficio económico, búsqueda de privilegios, etc.) tiene que ser rendido delante de Dios con arrepentimiento, confesión y rectificación.


El desorden (1 Cor 14) y los dones.
1 Cor 14:33  Dios es un Dios de orden y no de confusión.
La manifestación de los dones debe ser hecha en orden para la Gloria de Dios.
Un capítulo entero dedicado a ello  para no dar lugar al diablo ni en los creyentes ni en los no creyentes.
El fluír de los dones debe causar  unidad, edificación, fortalecimiento espiritual, madurez, bendición, glorificación de Dios, etc., en lugar de división, temor, rechazo, menosprecio, crítica, juicio, etc.,


Deformación, sublimación o apagamiento de los dones.
Causadas por los presiones sociales, culturales y/o familiares.
Ocurren, general aunque no exclusivamente, en la niñez y la adolescencia, tanto física como espiritual.

Formas que pueden asumir:
Si las personas significativas tienen un don personal diferente, y si estos admiran y/o respetan a esa persona, entonces pueden rechazar su propio don personal con miras a emular a la persona significativa.
Cuando no enfocan las situaciones de la forma como lo hace la persona significativa, y esta se molesta contraria y/o enoja, con tal de evitar estas situaciones pueden tratar de minimizar su don.
Si no admiran a la persona significativa y esta posee su mismo don personal, entonces probablemente lo van a rechazar como medio de rechazar a la persona significativa.
Si no admiran a la persona significativa y esta posee un diferente don personal, entonces pueden tratar de exagerar la operación de su don, como medio de rebelión en contra de la persona significativa.

El remedio:
Arrepentimiento, confesión y solicitud de perdón.
Necesario tiempo, meditación y oración antes que se le presente claro su don personal.
Como han sido dados por el Espíritu Santo, necesitamos Su ayuda para reconocerlos y apropiárnoslos, para valorarlos y reconocerlos en otros, complementándonos en la unidad.
Buscar una persona significativa que opere en el mismo don:
Cuando la persona posee el mismo don personal que la persona significativa en su vida, y la admira y respeta, el resultado es el pleno florecimiento del don, lo cual le producirá gozo al máximo.


Ministrar en el don y/o el llamado incorrecto.
Cuando ello sucede  la persona se encuentra fuera de la voluntad de Dios  por lo tanto no cuenta con el respaldo de Dios  a pesar de ello pueden darse algunos resultados y hasta milagros  Dios puede estar respaldando su Palabra no a la persona (Mat 7:21-23).
Cuando ello sucede  falta de gozo, crecimiento, respaldo, vidas tocadas y transformadas, etc.,  en su lugar aparecen el afán y la frustración.
Ministrar en el don y/o el llamado incorrecto --> también implica hacerlo en el tiempo incorrecto y/o en el lugar incorrecto.
Dios tiene un "kairos", un tiempo perfecto, para el ejercicio pleno del don y del llamado que El nos ha hecho a cada uno de nosotros (Ecle 3:1-11).
Dios también tiene un lugar perfecto donde El va a bendecirnos con la plenitud de la unción, el poder, los resultados, etc., (Luc 1:20, Luc 9:51, Luc 19:44, 1 Rey 17:2-11).





OPERACIÓN DE LOS DONES.


Comenzando a operar en los dones.
Por lo general, todo creyente funcionará primero en el don de servicio  ayudas.
La función de ayudar es doble: general y de dirección.
General  la relacionada con todos los servicios, funciones u operaciones de prestar ayuda a otros  probar la fidelidad
De dirección  promoción hacia otras posiciones de mayor alcance y responsabilidad (Mat 25:14-30, Luc 19:11-27).

El llamamiento:
A veces puede venir a través de una voz audible (Hch 13:1-5).
Más frecuentemente Dios utiliza el testimonio interno del acuerdo del Espíritu Santo con el deseo individual, impulsado por el don personal de cada uno, confirmado, también, por lo general, por otros.
Los llamados, antes de serlo por hombres, lo son por Dios, pero deben ser reconocidos igualmente por ambos.
Los que quieren ejercer un oficio sin haber sido reconocidos o puestos aparte por otros hombres piadosos  Luc 14:7-14  el que se enaltece terminará humillado y viceversa.


La operación de los dones (1 Cor 12:1, 12:18, 1 Cor 14:15)..
Podemos y debemos anhelarlos  recibir alguno depende de lo que Dios quiere.
El reparte a cada uno como El quiere, soberana y perfectamente.
Los dones nos son dados para que operemos en ellos  somos nosotros quienes decidimos cuando entrarán en operación  el Espíritu de Dios siempre va a querer que operemos en ellos, siempre está dispuesto a fluir a través de nosotros.
Para operar en ellos no tenemos que esperar a sentir algo, recibir una indicación específica para operar en ellos, o ver algo en especial  lo que necesitamos  ceder nuestra voluntad a Dios, tener fe y fluir en la misma dirección que el Espíritu Santo (Jn 3:30, Gal 2:20, Rom 1:16-17).
Cuando creemos, cedemos nuestra voluntad al control del Espíritu Santo.
El, como dueño de los dones, comienza a fluir de acuerdo a las necesidades presentes en ese momento, en los dones que sean necesarios para suplirlas --> sin embargo, nosotros debemos hacer todo lo posible por desarrollar aquellos dones que nos han sido dados --> como colaboradores de Dios.
Lo anterior es el ideal  en la práctica  no sucede de inmediato.
Nuestra fe necesita dejar de ser semilla y convertirse en árbol.
Lo forma de desarrollarla.
• Ceder nuestra voluntad al Espíritu Santo.
• Manifestarlo a través de uno o alguno de los dones.
• Ejercitarnos y responsabilizarnos en su ejercicio.
Vamos a tener una fuidez y un desarrollo especial en alguno o algunos de ellos.
No implica que los demás dones no se manifiesten cuando sea necesario.
Jesús, quién vive en nosotros, y para quién trabajamos, fluyó en todos los dones
El nos dejó indicado que las mismas y aún mayores obras que las que El hizo serían las que nosotros haríamos (Jn 14:12)  posibilidad de fluir en todos los dones de la manera en que El lo hizo para gloria de Dios.


¿Cómo descubrir mis dones espirituales?
Haber nacido de nuevo. No salvos  cegados en su entendimiento  no entienden las cosas espirituales (entre ellas los dones)  les parecen locura.
* Los motivacionales  desde el nacimiento pero solo latentes.
* Los del Espíritu Santo y los oficios  después de la salvación.
Creer en los dones  conforme a nuestra fe nos es hecho (Mat 8:13)  la activación de los dones es por fe y para fe (Rom 1:5, 1:17).
Estar dispuestos a servir al cuerpo de Cristo  son de beneficio colectivo  estar dispuestos a darnos por otros y a alentar, exhortar, animar, edificar, consolar y servir.
Comunión con Dios (El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo)  son los dueños de los dones, quienes determinan los efectos y bendiciones que quieren impartir  deben dirigir su operación.

Cinco pasos adicionales:
UNO. Conocer toda la gama de ellos (Ose 4:6)  no podemos operar bien en lo que no conocemos.
DOS. Buscar situaciones de bendecir a otros  aprovechar cualquier oportunidad de bendecir  testificar, predicar, exhortar, enseñar, servir en cualquier cosa y/o posición que el Señor ponga a nuestro alcance  la práctica y los resultados constituyen la mejor evidencia de los dones que Dios a puesto en nosotros (Ecle 9:10).
TRES. Examinar nuestro interior  aquello que nos produzca gozo, satisfacción, un sentido de utilidad, realización personal, etc., puede ser un indicio inicial.
Sin embargo no debe ser la única pista que sigamos  el corazón es engañoso (Jer 17:9-10)  es solo una pista.
No autodefinir ni auto-decidir los dones que Dios nos ha dado.
Dejar que los demás los identifiquen por el servicio que hagamos.
Lo más importante no es identificar el don  es bendecir la vida de las demás personas  aunque no sepamos el don a través del cual lo estamos haciendo.
CUATRO. Evaluar la eficiencia de nuestro servicio al Señor y a los demás  El espera resultados y frutos para Su gloria  bendición a otros y fortalecimiento de la iglesia, crecimiento y madurez personal, formación del carácter de Cristo.
No todo lo que hacemos por y para el Señor y los hermanos es un servicio agradable a sus ojos, solo lo que hacemos con un corazón obediente, contrito y humillado delante de El le es agradable
(Mat 7:21-23, 1 Cor 3:10-15).
CINCO. Esperar la confirmación de sus hermanos y hermanas en Cristo, del Cuerpo, ya que los dones son para el Cuerpo, en consecuencia, los demás los reconocerán además de que el Espíritu Santo dará la confirmación que se necesite.
No "coma" ansias por saber o reconocer el o los dones que están operando en usted (Mat 7:16-20).
Mejor opere en ellos, y si algún día llega a saber cual o cuales son (que va a llegar a suceder en su momento), que bueno, pero si no, igual, siga bendiciendo al Cuerpo que para eso fuimos llamados: para ser de bendición a todas las familias de la tierra (Gen 12:1-3).


El desarrollo de los dones.
No se da en el vacío, ni en la teoría, ni en la soledad.
Es práctico, en la interrelación, beneficiando a otros.
Somos los ojos, los oídos y las manos de Dios para:
• Reconocer los lugares en donde existen necesidades para suplir.
• Usar los recursos que El nos ha dado para suplirlas en Su Nombre.
• Ponernos en la brecha por las personas para suplir sus necesidades.
• Caminar la milla extra para Dios y por los demás.
Crear condiciones eventuales y permanentes para que otros a nuestro alrededor también hagan lo mismo para desarrollar sus dones  nadie en la iglesia local debe quedarse sin un lugar y una oportunidad constante de servir a otros y poner en acción lo que de gracia hemos recibido del Señor (Mat 10:7-8).
El desarrollo de los dones que Dios nos ha dado va a requerir de nosotros un compromiso múltiple:
UNO. Con nuestro Señor Jesucristo  E y solo El es la fuente y nuestro ejemplo  2 Cor 5:14-15, 1 Cor 11:1.
DOS. Con el Cuerpo de Cristo  son para bendecirlos  1 Cor 13:1-7
TRES. Con la obra de Cristo en el mundo  mayordomía  reconciliar a todas las personas con Dios  2 Cor 5:17-21, Rom 8:19-21.




CLASIFICACIÓN.



Clasificación.
La forma más práctica de estudiarlos  clasificarlos.
Gran variedad  dependientes de criterios denominaciones y/o interpretativos de las Escrituras.
Lo importante  que cada creyente los conozca y los use de acuerdo a la voluntad de Dios; que valore, aprecie y aproveche los dones de los demás  para su edificación, desarrollo y maduración.

1 Cor 12:4-6  dones, ministerios y operaciones.
• Dones  regalos.
• Operaciones  cuando el don se manifiesta ocasionalmente.
• Ministerios  cuando el don se ejerce constantemente (especialización).

La clasificación más usual:
• Dones motivacionales (Rom 12:4-7)
• Dones del Espíritu Santo (1 Cor 12:7-11).
• Oficios ministeriales o gubernamentales (Efe 4:11).


Los dones motivacionales, personales o de gozo (Rom 12:4.7).
Motivan a ministrar a otros de una de la formas en que Dios lo hace  su ejercicio produce gozo, realización.
Son la base general, la esencia, desde la cual se determinan las respuestas específicas de cada persona a las situaciones, circunstancias, problemas, decisiones, etc., de la vida que enfrenta.
Son dados por Dios al ser humano al momento de nacer físicamente  presentes en los creyentes (bien desarrollados) y en los no salvos (latentes)  son dados en propiedad (permanentemente).
Son resultado de la imagen de Dios en nosotros.
En los no salvos  los usan en el servicio a la humanidad (buenas obras). El pecado los nubla, minimiza y/o disminuye pero no los anula totalmente.
En los creyentes: motivan todas las buenas obras (Efe 2:10) y orientan nuestro servicio para la edificación del Cuerpo de Cristo.
Son los siguientes:
• Profecía (consejería).
• Servicio (amabilidad, urbanidad).
• Enseñanza (instrucción, discipulado).
• Exhortación (animar, levantar, apoyar).
• Repartir (o dar, filantropía).
• Presidir (liderazgo).
• Hacer misericordia (bondad).


Los dones del Espíritu Santo (1 Cor 12:7-11).
Son exclusivamente para creyentes.
Su utilización constante los desarrollan en nosotros, aunque su ejercicio no es dependiente de nuestra voluntad sino de la de Dios (1 Cor 12:11)  para momentos específicos en los que Dios quiere bendecir a otras personas  dependen de las necesidades y el propósito de Dios en cada situación.
Un creyente puede manifestarlos todos, aunque por lo general, cada uno fluye más en unos que en otros.
Para su mejor comprensión, dependiendo de la función que cumplen, algunos los clasifican en tres grupos:
UNO. Aquellos dones que manifiestan lo que Dios ve, y que algunos los nombran como "los ojos de Dios": palabra de sabiduría, palabra de ciencia y discernimiento de espíritus.
DOS. Los dones que manifiestan lo que Dios hace, y que los nombran como "las manos de Dios": dones de sanidades, hacer milagros, fe.
TRES. Los dones que manifiestan lo que Dios dice, y que los nombran como "la boca de Dios": diversos géneros de lenguas, interpretación de lenguas, profecía.


Los oficios ministeriales o gubernamentales (Efe 4:11).
Son, esencialmente, dones para (Efe 4:12-16) el equipamiento de los creyentes para la obra del ministerio (desde la evangelización hasta el discipulado), la edificación (crecimiento en número y en carácter) de la iglesia (el cuerpo de Cristo) local, el crecimiento en el conocimiento de la Palabra y la edificación de la fe, el crecimiento en el conocimiento y relación con Dios en las Tres Personas, el desarrollo del carácter cristiano (como el de Cristo) y el desarrollo del ministerio cristiano en todos sus ámbitos (como el de Cristo).
En general  para continuar haciendo la obra que Jesús inició.
Jesús es el máximo ejemplo de la operación y las funciones de cada uno de ellos, y de todos en su conjunto.
La plena manifestación de esas funciones y/u operaciones son el resultado de su desarrollo en el tiempo, simultáneo con el ejercicio de la fe y el servicio.
Son cinco:
• Apóstoles.
• Profetas.
• Evangelistas.
• Pastores.
• Maestros.


Algunas diferencias.
Los motivacionales y del Espíritu Santo son dados para bendecir personas (dones individuales), los oficios son dados al Cuerpo de Cristo (dones corporativos).
Los motivacionales y del Espíritu Santo se refieren a dones y operaciones, mientras que los oficios son actividades de tiempo completo.
Los motivacionales son dados desde el nacimiento (antes de la conversión), en tanto que los del Espíritu Santo y los oficios son dados con el nuevo nacimiento (posteriores a la conversión).
Es importante no confundir los dones y los ministerios con los oficios, principalmente en el caso de aquellos cuyos nombres son similares (profecía, enseñanza, presidir y gobernar).


La variedad en el ejercicio de los dones, funciones y/u oficios.
Los dones del Espíritu Santo y los oficios ministeriales van a ser ejercidos por cada persona de una manera particular, de acuerdo al don motivacional o personal de cada una de ellas.
La combinación de cada uno con todos los demás, y en la proporción específica en que están presentes en cada uno, hacen prácticamente ilimitado el número de opciones, razón por la cual Dios solo hace originales, no copias.

Cada uno  originalidad.
Apreciarla en sí mismo y en los demás.
No tratar de ser copia de alguién más (aprender sí pero con nuestro propio estilo).
Desarrollarla.
Respetándola en los demás  no requerir que operen de determinada manera ni criticando su forma de operar.


Una ilustración: el oficio de Pastor dependiendo del don motivacional del Pastor:
Don motivacional de profecía  énfasis en poderosos sermones que ponen de manifiesto el pecado, con avisos de juicio y proclamación de la manera recta de vivir.
Don motivacional de servicio  énfasis en programas para dar ayuda práctica a cada uno de los miembros de la congregación.
Don motivacional de enseñanza  énfasis en estudios a fondo de la Biblia y a insistir en la importancia de las palabras claramente definidas.
Don motivación de la exhortación  énfasis en métodos de dar ánimo, a fin de ayudar a aplicar los principios escriturales a la vida diaria.
Don motivacional de dar  énfasis en programas generosos de ayuda financiera a los necesitados, a los misioneros y otros servicios.
Don motivacional de administración  énfasis en organizaciones orientadas a objetivos, con departamentos delegados con eficiencia.
Don motivacional de misericordia  énfasis especial en misiones locales que dan consuelo a los que sufren.




21 Dic 2008