Estudio Bíblico

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El Espíritu Santo (Parte 5). El Tranformador de nuestras vidas.



El Espíritu Santo fundamental para vivir una vida auténtica en Cristo.
• La vida auténtica: una vida transformacional mediante el conocimiento creciente del Espíritu Santo y de la Palabra.
• A la autenticidad de la vida cristiana no llegamos de la noche a la mañana, y mucho menos por el solo hecho de ser salvos.
• Ese tipo de vida requiere un proceso de transformación constante, es más, permanente y constante hasta que partamos para estar con el Señor (Fil_1:6).
• Es una vida de crecimiento, de maduración, de transformación:
• De nuestra parte, intencional, enfocada, con todo nuestro ser, esforzada (2Tim_2:1, Jua_3:30, Mat_16:24).
• En la que el Espíritu Santo, más que darnos una “manita” ocasional, tiene que ser el centro (juntamente con la Palabra), aportando Su Poder, el motor, la dinámica de esa transformación (2Co_3:18).

• Esta transformación es extremadamente necesaria,
• Producida en nosotros por el Espíritu Santo.
• Pero que requiere de nuestra decisión, convicción y compromiso de entrega a la vida que Dios quiere que vivamos (no la que nosotros quisiéramos vivir) (Efe_4:22-24, Rom_12:1-2).
• Implica cosas tales como:
• Hacer del Señor el centro real (no teórico) de nuestra vida, el motivo de nuestra vida (Mat_22:37-38).
• Agradar al Señor en todo lo que hacemos y que sea para Su gloria (Col_3:23-24).
• El control de nuestras palabras (que no pueden ser efectuadas por la naturaleza humana, pero si por el Espíritu de Dios que vive en nosotros, Stg_3:1-12, Efe_4:29).
• La capacidad de pensar conforme a la Palabra (Fil_4:8-9, Sal_1:1-3).
• La fortaleza para enfrentar los desafíos cotidianos de la vida (Rom_8:28-37).
• La victoria sobre la tentación (Rom_8:13)
• Guardar nuestro corazón del dolor y la amargura (Heb_12:14-15).
• Hacer con los demás lo que nos gustaría que hicieran con nosotros (Mat_22.39, Mat_7:12).
• Estimar a los demás como superiores a nosotros mismos y ver por lo de ellos como por lo nuestro (Fil_2:3-4).

• Para lograr todo ello, que nuestra naturaleza humana no puede hacerlo posible, Jesús nos prometió
• Que enviaría al Espíritu de Dios.
• Qué al enviarlo, Él nos proporcionaría:
• El poder necesario (capacitación divina para vencer las fuerzas carnales dentro de nosotros) (Hch_1:8, Rom_8:13).
• Para vivir como testigos suyos (que los demás observaran la autenticidad de nuestras vidas con respecto a nuestra fe)
• Ayudarnos a lograr todo ello es la razón primaria, primordial, por la cual el Espíritu Santo nos ha sido enviado y dado (Jua_14:15-18, Jua_14:23-27, Rom_8:28-29).
• Por ello, aun cuando se nos presenten situaciones delicadas que pongan a prueba nuestra fe, aun cuando amenacen hundirnos, no deberíamos experimentar ninguna clase de temor (2Ti_1:7, 1Jn_4:18)
• La plenitud de Dios está en nosotros por el Espíritu Santo para llevar nuestra vida a lugares de descanso, reposo y bendición (Sal_23:3-4, Mat_11:28-30).
• Es también el Consolador: para ayudarnos a sobrellevar el desánimo, la dificultad, sostenernos en medio de las dificultades, estar a nuestro lado apoyándonos, ayudándonos, fortaleciéndonos, sosteniéndonos, etc., (eso es lo que hace un Consolador.
• Cuando le damos el lugar que le corresponde como el Centro y Director de nuestras vidas, trae una notable diferencia en cualquier situación que podamos enfrentar.
• Y todo ello implica y es TRANSFORMACIÓN INTERIOR (1Sa_10:6, Hch_1:8, Jua_7:38-39).

29 Nov 2023