Estudio Bíblico

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La carne.



LA CARNE.



1 Tes 5:23  el ser humano  espíritu, alma y cuerpo.
El Espíritu  el que se comunica con Dios.
El cuerpo  el que se comunica con el mundo circundante.
El alma  la que recibe, procesa y guarda información, creando patrones de respuesta a las circunstancias.
El alma  mente, emociones y voluntad.
El alma es el centro neurálgico de las decisiones, la conducta, el comportamiento, lo que hacemos  que determina lo que vamos a vivir  la calidad de nuestra vida.
El problema  todos nosotros, mayoritariamente, recibimos la información y la procesamos de acuerdo a los pensamientos del mundo (Prov 16:25  muerte).
Para mejorar nuestra calidad de vida necesitamos cambiar nuestros pensamientos con la forma de pensar de Dios (Rom 12:2)  sustituír el viejo programa del mundo por la nueva forma de pensar de Dios.
El problema es que la carne (el yo) no se deja fácilmente –> siempre quiere tener el control.


La carne.

Es el deseo egoísta (producto de la vieja naturaleza) de una persona de satisfacer sus propias necesidades, separado de Dios.
Cuando estamos en la carne intentamos satisfacer nuestras propias necesidades separados de Dios y separados de El nada verdadero, permanente, plenamente satisfactorio, ni vida plena, vamos a tener (Jn 15.5).
Cuando caminamos según la carne estamos siguiendo la influencia del mundo y permitiendo que las cosas externas controlen nuestras decisiones en lugar de ser Dios.
Las cosas externas que pueden controlar nuestras decisiones pueden ser, entre otras:
Uno. La familia y los amigos (el deseo de agradarlos a ellos más que a Dios).
Dos. El dinero y las posesiones (la falsa apreciación de que tienen el poder de hacernos felices).
Tres. El trabajo y las posiciones.
Cuatro. El lugar donde estamos y la diversión, etc.
La carne es, entonces, el deseo egoísta de una persona de satisfacer sus propias necesidades por sus propios medios, separados de Dios, y ello conlleva muerte y maldición, en lugar de vida y bendición.

Jer 17.5-10. Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
“No amen el mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo –los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida—proviene del Padre sino del mundo. El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Jn 2:15-17).

El mundo incita algo que está en nosotros (la carne) para que busquemos nuestra propia satisfacción (egoísmo), queramos todo para si mismos (avaricia) y nos sintamos importantes (soberbia).
Cuando elegimos seguir las influencias el mundo estamos caminando por la carne.
La buena noticia es que si estamos en Cristo, el pecar ya no es parte de nuestra naturaleza y no estamos en la carne.
Todavía tenemos carne, pero ella no es nosotros.


La carne es la que nos lleva al pecado (enemiga nuestra).

Mat 26:41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Mar 14:38 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Rom 13:13-14. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.

El diablo tiene ocasión en nosotros de hacernos caer porque su aliado interno es la carne. Jesús dijo: (Jn 14:30): No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.”
La tentación se convierte en pecado cuando decidimos proveer para los deseos de la carne.


La enemistad entre la carne y Dios.

Jn 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No hay ninguna forma de conciliar al mundo y a la carne con Dios.
Lo único que podemos hacer es crucificar la carne con todos sus deseos, y someternos a la dirección del Espíritu y de la Palabra.
Luc 16:13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
2 Cor 6:14-15. No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?


La carne: la enemiga de la vida abundante y de la vida eterna.
Joh 6:63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Rom 8:13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
1Co 15:50 Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.


La carne y el Espíritu siempre van a estar en una continua batalla dentro de nosotros.
Rom 7:5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.
Rom 7:18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
Rom 7:25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.


La victoria sobre la carne: la disciplina de nuestros pensamientos.
Rom 8:5-8 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

07 Dic 2008
Referencia: Problemas.