Estudio Bíblico

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Madurez espiritual, segunda parte.




Lo que es. carácter, fruto del Espíritu, obediencia, santidad.
Las consecuencias: vida abundante, plena, bienestar, vida eterna.

El desarrollo del carácter de Cristo en nosotros es un proceso que implica tiempo.
• No hay forma de acelerarlo ni atajos (Fil_1:6).
• Depende del Señor, no de nosotros (Ecl_3:11)(Rom_9:16).

Nuestra preocupación terrenal es ¿Cuán rápido crecemos?
• Nosotros vemos nuestras vidas desde la perspectiva de la terrenalidad, de la temporalidad, por eso siempre tenemos prisa.
La ocupación del Espíritu (2Co_3:18) es ¿Cuán sólidamente crecemos?
• Dios ve nuestras vidas desde la perspectiva de la eternidad, por eso nunca tiene prisa.

El crecimiento del carácter de Cristo en nosotros es igual al crecimiento de cualquier otra cosa en el Reino.
• El crecimiento de la semilla (Mat_13:31-32).
• Primero, el crecimiento depende de cuán rápido va a morir la semilla (Jua_12:24)(Jua_3:30)(Mat_16:24).
• Segundo, el crecimiento depende de que tan bien le proveemos agua a la semilla.
• El "agua" que nutre la semilla del carácter de Cristo para Su crecimiento en nosotros es la Palabra de Dios y la comunión del Espíritu Santo (Efe_5:26)(Jua_8:31-32)(Jua_7:38-39).
• Tercero, el crecimiento depende del abono que le proveamos a la semilla.
• El abono del incipiente carácter de Cristo en nosotros es nuestra participación y comunión en el Cuerpo de Cristo (Heb_10:25)(Sal_133:1-3)(Fil_2:1-8)(Efe_4:1-3)(Col_3:12-14).
• Cuarto, limpiando la tierra de cualquier cosa que pueda impedir su crecimiento.
• Ello equivale a hacer morir las obras de la carne en nosotros con la ayuda del Espíritu Santo (Rom_8:13) (Rom_12:1-3)(Efe_4:22-24).

Cuando recibimos la salvación de Cristo, en realidad le estamos entregando solo una parte de la totalidad de nosotros mismos (la incredulidad).
• Pero hay mucho más que necesitamos entregar (pensamientos, sentimientos, emociones, actitudes, decisiones, motivaciones, patrones de conducta (fortalezas), argumentos y razonamientos falsos, heridas y dolores del corazón, etc.).
• Cuando somos salvos, entonces, el Señor comienza un trabajo de tomar cada vez más y más porciones de nuestro ser interior (2Co_10:4-5) hasta que toda nuestra vida es completamente suya (Gal_2:20).
• Implica que habrá luchas y batallas contra el ego, la carne, pero el resultado final nunca estará en duda (Fil_1:6).
• La semejanza a Cristo es nuestro destino final, pero el viaje va a durar toda la vida.
• Cada cosa que en nuestras vidas no está alineada al carácter de Cristo (pecado, Mat_7:21), es como un tren:
• Tiene una locomotora (lo que se ve que no está alineado al carácter de Cristo).
• Pero esa locomotora va arrastrando una gran cantidad de vagones (otros pecados) que constituyen anclas para que la locomotora sea liberada.
• Entonces del trabajo del Espíritu Santo, que muchas veces no vemos (y por lo mismo, tampoco cooperamos muchas veces) es desenganchar todos los otros pecados para que seamos verdaderamente liberados de lo que es más evidente.

Dios es Todopoderoso, Omnisciente, Omnipresente, Sabio, etc.
• ¿Por qué si Dios es todo ello, no obra en nosotros inmediatamente sino toma tanto tiempo?
1. Somos de lento aprendizaje.
• Muchas veces (quizá demasiadas), olvidamos rápidamente las lecciones que Dios nos enseña.
• Pronto regresamos a nuestros viejos modelos de conducta.
• Necesitamos repetidas exposiciones a las mismas lecciones de vida.
2. Tenemos mucho que desaprender.
• La vieja manera de vivir, el carácter del hombre viejo, no se desarrolla de la noche a la mañana.
• En su desarrollo operaron factores conscientes, pero también subconscientes.
• Muchos de esos patrones están pertrechados en nuestra subconciencia (fortalezas, argumentos y razonamientos falsos, 2Co_10:4-5) y ni siquiera somos conscientes de ellos.
• Por todo ello es poco realista que desaparezcan inmediatamente (Jer_17:9).
• Requiere de un trabajo constante de eliminación y sustitución (Efe_4:22-24).
3. Necesitamos liberarnos del orgullo para enfrentar con humildad la verdad acerca de nosotros.
• A muchas de las cosas que hay en nuestra subconsciencia (que es la que en última instancia constituye nuestro viejo carácter y determina nuestras conductas) les hemos aplicado algún mecanismo de defensa (racionalización, negación, proyección, etc.).
• Tememos descubrir lo que verdaderamente hay en nuestro corazón.
• Solo en la medida en que permitamos que la luz de Cristo penetre en esas oscuridades, vamos a ser libres de esa vieja manera de ser y de pensar (Jua_8:31-32).
4. El crecimiento duele y el dolor nos asusta.
• El crecimiento implica "pérdidas" (aunque sea de pensamientos y conductas pecaminosas).
• Y las pérdidas producen dolor, principalmente si han estado enraizadas en nuestro corazón por mucho tiempo.
• Tememos esas pérdidas aun cuando significaban una vida sin las bendiciones de Dios porque ya nos habíamos acomodado a ellas.
5. El crecimiento implica cambios y el cambio nos atemoriza.
• Es salir de nuestra zona de confort, de nuestra aparente comodidad.
• "Más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer"
6. Todas las cosas de las que necesitamos salir son hábitos de conducta, patrones de comportamiento, que deben ser sustituidos por otros nuevos conforme a Dios, y formar nuevos hábitos lleva tiempo.
• Nuestros hábitos (comportamientos subconscientes) determinan nuestro carácter y nuestra conducta.
• El establecimiento del carácter de Cristo en nosotros implica dos tareas:
• Sustitución de los hábitos del viejo hombre.
• Apropiación de los hábitos del nuevo hombre.
• Ambas tareas, aunque son simultáneas, llevan tiempo.
• La única forma de sustituir viejos y adoptar nuevos es la práctica, la repetición, hasta que los viejos sean inoperantes y los nuevos sean establecidos.

Combatiendo el desánimo, la impaciencia y/o la desesperación.
• Cuando el Señor, por el Espíritu, está comenzando a trabajar en la transformación de un área de nuestro carácter, lo primero que va a suceder es que vamos a recibir la convicción de que lo que Dios quiere cambiar es realmente desagradable, pecaminoso, horrible.
• Ello va a generar en nosotros una necesidad de que Dios transforme eso rápidamente.
• Sin embargo, como el trabajo de Dios es como desenganchar un tren para soltar la locomotora, el trabajo de Dios nos puede parecer lento, incluso no verlo.
• Ante ello nos puede invadir el desánimo, la impaciencia, la desesperación, la desilusión, etc.
• Necesitamos combatir (eliminar) esos sentimientos que nos pueden desviar del proceso que Dios está haciendo en nosotros.
1. Mantenernos firmemente en la fe de que Dios está trabajando en nosotros aún cuando todavía no percibamos los frutos (Jos_1:5, Heb_13:5).
2. Llevar un registro permanente de todo lo que Dios ha hecho en nuestras vidas y de las lecciones de vida que hemos aprendido de Él en todo el tiempo en el que hemos sido salvos (Sal_103:1-2).
3. Mantener el buen ánimo y la paciencia (Stg_1:2-4)(Heb_6:11-12)(Mat_11:12).

19 Oct 2023