Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Las promesas de Dios a Abraham para nosotros.



LAS PROMESAS DE DIOS A ABRAHAM,
PARA NOSOTROS Y NUESTRAS ACTIVIDADES DIARIAS.
Lic. Gustavo A. Bianchi S.


LAS PROMESAS DE DIOS A ABRAHAM.

Cuando Dios llamó a Abram, antes de que se convirtiera en Abraham, padre de la fe, Dios lo llamó entregándole junto con el llamamiento, las promesas que Dios, por su gracia y misericordia, y sin que mediara ningún mérito de parte de Abram, quiso darle para él y para su descendencia. Estas promesas son:

“Pero Jehová había dicho a Abram: vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Gen 12:1-3).

Como personas salvas por medio de la fe, y por ende, descendientes de Abraham, y ahora redimidos de la maldición de la ley, las promesas que nuestro padre de la fe recibió, son asignadas a nosotros, también por la gracia y misericordia de Dios para con nosotros, y sin que medie ningún mérito de nuestra parte.

“Pero Cristo nos redimió de la maldición de tal sistema (la ley), tomando sobre sí mismo la maldición que nos acarrean nuestras malas acciones. Porque dicen las Escrituras que “maldito el que es colgado de un madero”, y Jesús murió por nosotros colgado de un madero en forma de cruz. Ahora Dios puede dar también a los gentiles la misma bendición que prometió a Abraham; y cada uno de nosotros los cristianos podemos recibir la promesa del Espíritu Santo a través de esta fe.” (Gal 3:13-14, LBAD).

“Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros. Las promesas que Dios le impartió a Abram cuando salió de Ur de los caldeos, por Cristo que nos redimió de la maldición de la ley, nos alcanzan a nosotros los gentiles.” (Rom 4:13-16).

Las promesas que Dios le dio a Abram cuando salió de Ur son promesas que como herederos de Abraham nos corresponden a nosotros en este tiempo también. Esas promesas son aplicables y alcanzables en todas las áreas de nuestra vida por la fe en Cristo, y ello implica que son no sólo para nosotros y nuestras familias sino también para nuestros negocios y trabajos. Veamos lo que significa cada una de esas promesas para nosotros hoy.


“Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre”:

Aunque esta no es en sí una promesa, es parte integrante de ellas. Es como la puerta que nos abre el acceso a cada una de ellas. Significa que las promesas las alcanzaremos cuando nos alejemos de todo lo que tiene que ver con nuestra seguridad en el pasado: nuestros recursos, nuestras relaciones, nuestra historia, y de todo lo que nos une a él: hábitos, temores, complejos, limitaciones, inhabilidades, recuerdos dolorosos, pecados, historia, etc. Sin embargo no significa que implique que nos tengamos que alejar o menospreciar nuestras profesiones, ocupaciones o negocios porque la misma Palabra dice que de la forma como nos encontró el Señor, así vengamos a El. Esta indicación del Señor no significa que todos nos debemos volver ministros de púlpito, sino más bien significa que nuestra confianza no debe estar puesta en nosotros ni en nada humano (como lo estaba cuando caminábamos en la carne) sino solamente en El (Jer 17:5-8). Significa que necesitamos romper definitivamente con todo nuestra manera de ser y actuar del pasado. Olvidarlo, dejarlo atrás.

“El Señor dice: Maldito el hombre que ponga su confianza en el hombre mortal y desvíe de Dios su corazón. Es como raquítico arbusto del desierto, sin esperanza para el futuro; vegeta en planicie salitrosa de inhóspito desierto; la prosperidad lo dejó a un lado para siempre. Pero bienaventurado el hombre que confía en el Señor y en el Señor ha puesto su esperanza y fe. Es como árbol plantado a orillas de un río, cuyas raíces penetran hasta encontrar el agua; árbol al que no agobia el calor ni angustian los largos meses de sequía. Su follaje se mantiene verde y produce en todo tiempo jugoso fruto.” (Jer 17:5-8, LBAD).

“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre (o en algo humano), y pone carne por su brazo (habilidad humana), y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.” (Jer 17:5-8).

Tenemos algo mejor que estar recordando nuestro pasado pecaminoso. No tenemos tiempo de estarnos entreteniendo en las cosas carnales que antes nos entretenían porque estamos en un negocio mucho más importante: en el negocio de nuestro Padre de salvar al mundo.

El nos dará algo mejor que las recompensas terrenales (estamos en el mundo pero no somos del mundo). Una nueva tierra, una nueva vida, un nuevo comienzo, un nuevo impulso para ser mejores y tener un mayor éxito en todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo, por supuesto, nuestros empleos, nuestras ocupaciones y nuestros negocios. Es posible que ello implique hacer algunas transformaciones en nuestras relaciones con las personas y las cosas hasta el punto que tener que dejar algunas, pero no lloremos por la gente y las cosas que Dios saca de nuestras vidas: posiblemente son “ladrones de tiempo” que nos apartan de cumplir Su propósito además de que Dios nos va a traer a nuevas personas y nuevas cosas a nuestra vida, porque Su Palabra dice que: “cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” (Mat 19:29).

En otras palabras, las promesas que Dios le concedió a Abraham están a nuestro alcance en nuestros negocios (y en cualquier otra área de nuestra vida) en el momento en que ponemos al Señor como nuestra confianza y obedecemos a Su Palabra.


“A la tierra que te mostraré”:

Esta parte complementa la anterior y significa que una vez dejemos de confiar en lo humano, saldremos de un mundo donde tenemos el control a un mundo donde El es quién lo tiene; de nuestra agenda a Su agenda. La Palabra de Dios es para sacarnos de un mundo de tinieblas para otro mejor: el mundo de la luz; de un estilo de vida pecaminoso a otro mejor, de una situación a otra mejor (2 Cor 5:17, Rom 12:2). Significa que ya no vamos detrás de nuestro plan sino que vamos detrás del plan que El tiene para nosotros, que no estamos para hacer nuestra voluntad sino Su Voluntad. En consecuencia, ya no necesitaremos de los principios y preceptos con los que el mundo hace sus negocios, sino necesitaremos los principios y mandamientos que Dios tiene en Su Palabra, que serán los que nos conduzcan a un futuro de esperanza y de bien.


“Haré de ti”:

Cuando dejamos todas las fuerzas, habilidades, capacidades y recursos humanos para entregarnos completamente a los recursos de El, El se hará cargo de nosotros completamente, El se hará cargo de nuestro futuro, lo asume como Su responsabilidad.

“Porque yo sé los pensamientos (planes) que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. (Jer 29:11).

“Pues conozco los planes que para ustedes tengo, dice el Señor. Son planes de bien y no de mal, para darles un futuro y esperanza.” (Jer 29:11, LBAD).


“Te bendeciré”:

El no solo estará asumiendo la responsabilidad por nuestro futuro sino que también nos estará habilitando para que nos vaya bien en todas las áreas y actividades de nuestra vida, lo que significa que El asume la responsabilidad de que prosperemos así como prospera nuestra alma. De hecho, ya todo está listo para que nosotros vivamos en la bendición porque El ya nos bendijo. De lo que ahora se trata es que nosotros vayamos derribando todos los obstáculos que se interponen entre la bendición y nosotros, obstáculos que el diablo puso en el camino y que nosotros hemos aceptado como tales para tratar de impedirnos que vivamos en la bendición.

“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos bendijo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos porque pertenecemos a Cristo.” (Efe 1:3, LBAD).

“No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón.” (2 Cor 6:12).

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Rom 12:2).


“Engrandeceré tu nombre”:

El Señor sabe hay poder en el nombre. De hecho, en Su Palabra El utilizó Sus Nombres para revelarse al hombre. El sabe que en el mundo nadie quiere oír a un desconocido (eso es lo que hace exitoso actualmente el negocio de las franquicias: que nadie quiere oír de una marca que desconoce aún cuando sea una máxima calidad; a cambio quieren oír y prefieren las marcas que conocen). Los nombres representan características, cualidades, situaciones, etc., que identifican a las personas que los poseen. Y si son nombres famosos esas personas son escuchadas. Pero si no, no son escuchadas. Y Dios quiere que nosotros, como sus portavoces para un mundo necesitado, seamos oídos. De tal manera que El toma a su cargo el hacernos famosos en el mundo. Dios no tiene problemas con la fama que puedan adquirir sus hijos. Lo demuestra el hecho de lo famosos que fueron en su tiempo David, Pablo, Juan, etc. Dios no se hizo problema con ello como no se hará problema con que nosotros lleguemos a ser famosos. Lo que Dios no permite es que nosotros tomemos la gloria que solo le corresponde a El. Cuando nuestro Padre nos promete que engrandecerá nuestro nombre, lo que nos está diciendo son dos cosas:
* Que nos elevará sobre los demás pueblos de la tierra, y
* Que El asociará nuestro nombre con Su Gloria.
En el Sal 60:12 nos promete que en El haremos proezas (cosas que no han sido realizadas por nadie antes). “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han estado en corazón de hombre son las que Dios ha preparado para nosotros” (1 Cor 2:9).


“Serás bendición”:

No importa como haya sido nuestra vida y nuestro negocio o empleo en el pasado, ni lo mal que hubiera sido nuestra influencia para otras personas, incluso ni el mal nombre que podríamos haber tenido en el pasado. Todo eso quedó atrás, ya pasó. Ahora que todas las cosas han sido hechas nuevas en nosotros por la misericordia de nuestro Dios (2 Cor 5:17), seremos bendición para todas las personas que nos rodeen en todo lugar y en toda posición en donde el Señor nos ponga. Seremos un instrumento del Señor que enriquecerá la vida de las personas a tal grado que buscarán nuestra presencia porque verán en nosotros manifestado en gran manera el amor de Dios fluyendo a través nuestro hacia ellos. Ellos nos buscarán porque llevaremos la presencia de Dios a tal grado que seremos “como el aroma de Su presencia para ellas”.

“Al volverse cristiano, uno se convierte en una persona totalmente diferente. Deja de ser el de antes. ¡Surge una nueva vida! Cuanto hay de nuevo en nosotros proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo por lo que Jesucristo hizo. Y Dios nos ha otorgado la privilegiada tarea de impulsar a la gente a reconciliarse con Dios.” (2 Cor 5:17-18, LBAD).

“Ustedes son la sal que hace que el mundo sea tolerable. Si como sal pierden el sabor, ¿qué será del mundo? Y, ¿saben qué se hace con la sal que no sala? ¡Se echa fuera y se pisotea por inservible! Ustedes son la luz el mundo. Como ciudad asentada sobre un monte, brillan en la noche para que todos vean. ¡No escondan esa luz! ¡Déjenla brillar! ¡Que las buenas obras que realicen brillen de tal manera que los hombres alaben al Padre celestial!. (Mat 5:11-16, LBAD).


“Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan”:

No necesitaremos hacer las cosas para ganar aceptación o favor de las personas ni para tener gracia o favor delante de ellas; El lo va a hacer por nosotros. Lo único que tenemos que hacer es obedecer la Palabra y hacer las cosas para El.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” (Col 3:23-24).

“porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones. Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo; ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.” (1 Tes 2:3-6).

Tampoco necesitaremos preocuparnos por aquella gente que no simpatiza con nosotros. No tendremos tiempo que perder preocupándonos u ocupándonos de lo que dirán de nosotros. Lo que nuestro Padre Dios nos dice en otras palabras es: “Yo trabajaré con las actitudes de la gente hacía ti”. No nos tenemos que preocupar del “rating” que tengamos con la gente. Tenemos un mejor y mas alto propósito para nuestra vida que preocuparnos por las actitudes de la gente hacia nosotros.

De Jesús no hablaron bien, de Pablo tampoco, a Moisés lo atacaron muchas veces y no digamos a David que fue un varón conforme al corazón de Dios. Si de ellos la gente habló mal a pesar de la bendición que fueron, también de nosotros van a hablar mal. Pero eso no es importante ni tiene que quitarnos el tiempo ni la paz. Dios se va a encargar de ellos. Si nos maldicen, Dios los maldecirá y si nos bendicen, Dios los bendecirá.

Ello significa que nosotros nos vamos a convertir en la medida de lo que Dios hará por ellos, pero también implica que nosotros no debemos maldecir a nadie porque entonces ellos serán la medida de lo que Dios hará por nosotros. Debemos caminar por esta tierra bendiciendo a la gente, hablando bien de ella, animándola, exhortándola, alentándola, creyendo y confiando en ella. Es lo que la administración en este tiempo llama “empowerment” (empoderamiento), como una técnica administrativa.


“En ti serán benditas todas las naciones de la tierra”:

Dios traerá hacia nosotros no solo a la gente “común y corriente de este mundo” sino también a la gente “rara” de la tierra (drogadictos, prostitutas, ladrones, asesinos, homosexuales, etc.) para que “con la consolación con que fuímos consolados, les consolemos” (1 Cor 1:3-4). Dios los va a cambiar. Usando la figura de un cuento que seguramente escuchamos cuando éramos niños, de una princesa que yendo por el camino, en un recodo se encuentra con un sapo al que toma dulcemente en sus manos y le da un beso e inmediatamente el sapo se convierte en un guapo príncipe con el que termina casándose y siendo muy feliz, Dios quiere que nos convirtamos en “besadores de sapos y ranas” que El va a transformar delante de nuestros ojos en príncipes y princesas de su Reino. Necesitamos estar dispuestos a “besarlos”, a acogerlos a nuestro lado y en nuestro corazón, a “derramarnos” en ellos, a amarlos como Dios los ama aún cuando aún manifiesten cosas que puedan no gustarnos, sabiendo que van a ser transformados poderosamente por la mano de Dios en hermanos y hermanas llenos de mucho fruto para la Gloria del Padre. No debemos perder nunca de vista que a Dios lo siguen los “ex” y que en algún momento de nuestra vida nosotros también fuímos “sapos o ranas que alguién beso” y que también somos “ex”.

“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.” (1 Cor 1:26-27).

Eso será en el lado de nuestras relaciones personales. Pero también, por otro lado, nosotros seremos de bendición para la zona, la ciudad, la provincia y el país, por lo menos, donde estemos y esté ubicado nuestro negocio. La forma como esa bendición será manifestada, por ejemplo, será en darle trabajo a personas para llevar alimento a su casa; apoyar los negocios de nuestros proveedores para que ellos a su vez puedan pagar salarios y otras personas puedan ver satisfechas sus necesidades básicas y más; pagar impuestos que luego se transforman en servicios de salud, educación, seguridad, justicia, etc., para las personas; suplir necesidades de nuestros clientes; apoyar instituciones benéficas con nuestra generosidad que suplan necesidades de los pobres; contribuir a que más personas conozcan a Cristo mediante nuestros diezmos y ofrendas, y esas personas sean transformadas en mejores personas que harán mejores familias, comunidades y países; etc.

”Hay quienes reparten (porque tienen mucho ¿de dónde lo obtendrán sino de sus negocios y su trabajo?), y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado. Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende….El que confía en sus riquezas caerá; más los justos reverdecerán como ramas.” (Prov 11:24-28).

“En el bien de los justos la ciudad se alegra; más cuando los impíos perecen hay fiesta. Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida; mas por la boca de los impíos será trastornada.” (Prov 11:11-12).


Es necesario dejar atrás a Lot.

“Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda. Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra. Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro. Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera. Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré. Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová. (Gen 13:8-18).

Solo una cosa es preciso que hagamos para ser plenamente herederos de la promesa y recipiendarios de las bendiciones que por ella Dios derramará sobre nosotros por su pura gracia y misericordia. Necesitamos deshacernos de Lot. ¿Por qué? Porque cuando Abram le obedeció a Dios para salir de su tierra, se llevó consigo a Lot que representaba ese pasado que debía haber dejado atrás. Y por haber cargado con El, Abram perdió parte de la bendición que Dios le había dado como “pago” o condición para que Lot se alejara de él. Igualmente nosotros, podemos tener Lot´s que nos estén acompañando en el camino con el Señor que nos estén robando la bendición (viejas actitudes, viejas relaciones, viejos pecados, fallas de carácter, prácticas no bíblicas, etc.). Antes de seguir adelante debemos dejarlos atrás, romper con ellos, alejarlos de nuestra vida y de nuestro camino.

Estamos a punto, como Cuerpo de Cristo, de entrar en un nuevo nivel espiritual por encima de todo lo que sido hasta ahora: dones, ministerio, prosperidad, unción, productividad, fruto, carácter, adoración, santidad, integridad, revelación, comunión con Dios, etc. Pero antes de ello, tenemos que deshacernos de los Lot´s que hemos traído con nosotros.

LOT representa todo lo que no fue invitado, lo que constituye una carga, una atadura, algo que llevamos con nosotros que Dios no nos dijo que lleváramos. Es la cadena que nos ata al pasado: pecado, culpa, condenación, incapacidad, debilidades, fracaso, bloqueos, miedos y temores, carácter, historia, contexto, etc.

En el caso de los hombres y mujeres dedicados a los ministerios de “mercado” (empresarios, educadores, profesionales liberales, etc.), los Lot´s son los principios y formas de hacer negocios y trabajar adoptados del mundo sin bases bíblicas y contrarios a la Palabra de Dios. Antes de subir al monte de Dios, el monte de la bendición y de la prosperidad para nuestras vidas y negocios, esos Lot´s se tienen que ir para otro lado, menos con nosotros. En la dirección contraria: ello implica la necesidad de confrontarlos, soltarlos, liberarnos, desatarnos de ellos desde ahora y para siempre.

Entremos ahora en la presencia de Dios, desnudemos nuestro corazón y permitámosle al Espíritu Santo que nos escudriñe para mostrarnos los Lot´s que hemos traído con nosotros, y una vez identificados, rompamos con ellos, renunciemos a ellos, rechacémoslos de nuestra vida desde hoy y para siempre, y estemos siempre atentos para evitar que vuelvan y para descubrir aquellos que se quieran quedar agazapados en algún rincón de nuestro corazón, resistiéndose a salir de donde han estado cómodamente ubicados por años. Pidámosle al Señor perdón por haberlos traído con nosotros y pidámosle que nos llene de fortaleza, convicción, compromiso y carácter para mantenerlos lejos de nosotros y mantenernos a nosotros lejos de ellos. E iniciemos el camino con nuestras cargas aliviadas, libres de ataduras y compromisos con el pasado, hacia el monte de la santidad, la adoración y la bendición de Dios para cada uno de nosotros y nuestros negocios.

Iniciemos el camino de una nueva Reforma que traiga el Reino de Dios y Su Voluntad a todos los ámbitos de la vida social de nuestras naciones. El tiempo ha llegado. Dios quiere, Dios puede y Dios lo va a hacer en aquellos y a través de aquellos que den el paso al frente en este tiempo y le digan al Señor “Heme aquí, envíame a mí” (Isa 6:8).

“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: no digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.” (Jer 1:5-10).


AL SEÑOR DIOS TODOPODEROSO SEA TODA LA GLORIA, HONRA Y ALABANZA.




20 Nov 2008