Estudio Bíblico

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Apo 2 y 3. 05. La Carta a la Iglesia de Sardis.



Sardis.
Su nombre deriva de la palabra hebrea "sarid", y significa "el que escapa" o "el remanente".
(Apo_3:2: "se vigilante..." Apo_3:3: "vendré sobre tí como ladrón").
Las referencias a vestiduras (Apo 3:4 y 5) posiblemente aluden a su industria principal: la confección y tintura de vestidos de lana.
La iglesia de esta ciudad parece haberse llenado de altivez.
Confiada en su gran reputación, carecía de indicios de vida.
Sin enemigos visibles, gozaba de paz, pero la paz de la muerte; no la paz con Dios.

Los siete espíritus de Dios.
Referencia a la plenitud de la obra del Espíritu Santo que es a la vez una promesa y una advertencia.
Necesitamos recordar quién nos orienta y nos ve atentamente (enseñar, recordar, guiar, ayudar, consolar, empoderar, santificar).
Isaías 1:2: Espíritu de sabiduría, consejo, inteligencia, entendimiento, ciencia, temor de Jehová y espíritu de Dios.
Es como si el Señor quisiera recordarnos a todos los creyentes y a todas las iglesias en todos los tiempos y en todos los lugares y culturas que toda la plenitud del renovador poder de vida del Espíritu Santo está a nuestra disposición para ayudarnos ("parakleto") a alcanzar el cumplimiento de la Voluntad de Dios (Jn 14:15-16, 1 Tes 4:3) y de Sus planes y propósitos para nosotros (Jer 29:11).
Cristo, está dispuesto y puede comunicar vida espiritual a todos aquellos que le busquen en quienes esté ausente esa vida.

En la iglesia de Sardis no había hallado sus obras "perfectas delante de Dios".
Esto nos recuerda que el Señor está siempre al tanto de nuestras obras (tanto perfectas como imperfectas) y que las mismas, al final de nuestro tiempo en la tierra serán juzgadas en el tribunal de Cristo (1Co_3:11-15).
No nos olvidemos que Él es el Rey Soberano, la Cabeza que debe dirigir a la iglesia, a sus ministros y a los creyentes, y que necesitamos esa dirección porque separados de Él nada podemos hacer (Jua_15:1-10).

Yo conozco tus obras.
La estructura de esta carta rompe totalmente con la de las cartas anteriores pues en esta no entra a detallar primeramente los factores positivos sino que entra directamente a señalar lo negativo "que tienes nombre de que vives, y estás muerto".
Se refiere a lo ficticio de la vida que proclamaban (religiosidad, tradicionalismo, ritualismo, hipocresía, pero no vida).
Puede ser que hacían obras, pero ellas eran o muchas obras innecesarias u obras muertas (para su propia justicia, no dirigidas por el Espíritu Santo, Mat 7.21-23).
Es también el peligro hoy en día.
La Biblia llama a estas obras, "obras muertas", obras que son el resultado de una parálisis espiritual ("mejor no movamos las aguas"), o bien de obras hechas en la carne (por nuestro propio esfuerzo y decisión, Isa_64:6) en lugar de las del Espíritu guiadas por el Señor.
Si se trataba de parálisis espiritual, ella era posiblemente derivadas de la fuerte presión, la persecución y los ataques que el paganismo de ese tiempo hacía sobre la iglesia, así como de su desventaja numérica.
Si se trata de obras hechas en la carne ello solo puede ser el resultado de un significativo descuido en la comunión y sujeción al Espíritu de Dios, a una comunión formal más que real e íntima, y como consecuencia, no se oye al Espíritu y toma lugar entonces el activismo.

La expresión "tienes nombre de que vives, y estás muerto" significa también, probablemente:
Que no conseguía nada en el campo espiritual: las personas que eran incrédulas no se salvaban, lo santos no eran fortalecidos, no se ayudaba a los necesitados, sus servicios eran formales pero muertos, sin sentido ("no he hallados tus obras perfectas delante de Dios", Apo 3:2).
Adicionalmente, como lo menciona en el Vrs. 3:4, la vida de los miembros de la iglesia estaba contaminada por el pecado.
Había solo algunos que no habían manchado sus vestiduras.
Este es un recordatorio para todas las iglesias y creyentes, en todas las épocas, lugares y culturas, que nos conviene examinarnos a nosotros mismos constantemente, y atender cualquier reprensión del Espíritu para revisar y enderezar todo aquello que se esté apartando en nuestras vidas de la voluntad de Dios y que nos esté apartando de Él (Sal_119:59).

"Estas muerto" (Apo 3.1).
"No he hallado tus obras perfectas delante de Dios" (Apo 3:2).
La iglesia espiritualmente estaba sin vida, sin energía, sin pasión, fría, incapaz de impartir vida a sus miembros y a la gente del mundo.
Eran muy pocos, poquísimos, sus miembros que se habían mantenido con sus ojos puestos en Jesús y en la Palabra.
El corazón de la mayoría estaba en otra parte, aunque por fuera pareciera muy activa y avivada, aunque tuviera fama de éxito y espiritualidad.
Su aparentemente buena reputación externa, no se correspondía para nada con la realidad de su corazón;
Tenía un Señor y Salvador histórico, pero no un Señor y Salvador presente, real.
Activista con mucha asistencia, pero sin frutos de discipulos.
La iglesia del Señor Jesucristo es una fuente de agua viva y la mismo tiempo una fortaleza espiritual. Aunque la iglesia de Sardis daba la apariencia de ello, en realidad, no tenía nada de eso, estaba muerta.
Eran obras orientadas hacia lo terrenal.
Querer llamar la atención de los demás.
Pasiones y ataduras como la codicia, la avaricia, el orgullo, la palabrería hueca y el tiempo despilfarrado, 1 Jn 2:15-17).
En otras palabras, obras que no agradaban al Señor, porque era seguir detrás del mundo con apariencia de piedad (Jer 15:19).
Obras que parecieran tener como centro al Señor, pero que en realidad nos ponen a nosotros como el centro de todo, donde todo gira más o menos en torno a nosotros y nuestro propio bienestar, nuestra voluntad, nuestros planes y deseos, etc.
En otras palabras, pretendemos usar a Dios en nuestro beneficio, no someternos a Dios para hacer Su Voluntad.
Llama la atención que a esta iglesia, en contraste con otras, el diablo no la moleste; satanás no se menciona en esta carta, no hay ninguna falsa doctrina, ningún movimiento carente de sobriedad, tampoco falsos profetas ni sufrimiento, ni tribulación.
Y ello es porque la iglesia está muerta.

Autoevaluación.
¿Estamos seguros que no amamos más nuestras tradiciones, orden, estabilidad, normas y reglas de los líderes, la iglesia y o las denominacionales, que la Palabra de Dios?
¿Estamos seguros que vamos a la Iglesia a adorar auténticamente a Dios o vamos para cumplir o para que nos vean, o para no perder nuestras bendiciones y/o privilegios?
¿Estamos cumpliendo activa, voluntaria y gozosamente con nuestro servicio?
¿Estamos cumpliendo activa, voluntaria y gozosamente con el gran mandamiento de evangeliza y discipular a otros?
¿Estamos creciendo en el conocimiento, entendimiento y obediencia de la Palabra de Dios o solo en nuestro escalamiento en los privilegios de la Iglesia?
¿Somos iglesias vibrantes, vivas, con frutos de todo tipo, llenas de vida, que reflejan el carácter de Cristo y provocan la admiración y temor de las personas no creyentes, o más bien ritualistas, tradicionalistas, seguidoras de costumbres?

05 Abr 2022