Estudio Bíblico

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La Gran Misericordia de Dios, nuestro Padre (1).



Generalidades. La parábola del hijo pródigo.
El capítulo 15 del Evangelio de Lucas es considerado el capítulo "reina" del Evangelio, Es una enseñanza de contrastes: Dos hijos, El padre y los hijos. La gracia vrs la ley, La misericordia vrs el legalismo, El mundo espiritual vrs el mundo terrenal, Etc.

Luc 15: 11-12.
En la costumbre judía habían dos tradiciones: La herencia no se podía pedir antes de la muerte del que la daba. Y si por alguna razón había necesidad de pedirla solo lo podía hacer el hijo mayor.
El hijo menor viola esas tradiciones (1a. Deshonra) y esa violación tiene el mensaje: "Quisiera que estés muerto". Por el otro lado lo hace sin la menor amabilidad, sino con tono exigente, lo que implica una deshonra hacia el papá (2a. Deshonra).
Nuestra vida antes de Cristo fue una completa deshonra hacia Él no solo de nuestros pecados sino también por la falta de consideración y respeto en nuestras actitudes (Rom 1:21-23).

Luc 15:13-14.
Cuando el hijo menor se marcha de la casa comete una tercera afrenta o deshonra: implicaba decirle al padre que era un mal padre, que la calle era mejor que vivir con él. Como se convertía en un hecho público, era una deshonra pública para el padre.
En nuestras vidas sin Cristo menospreciamos la Paternidad de Dios y nos inclinamos, consciente o inconscientemente, a una paternidad miserable como la del diablo. Preferimos la paternidad del diablo a la paternidad de Dios (Efe 2:1-3).
El haber desperdiciado los bienes de su herencia, que seguramente le habían costado al padre esfuerzo y trabajo, es una cuarta afrenta: Implicaba decirle "que me importa el esfuerzo y trabajo que usaste para conseguir estos bienes".
Nosotros desperdiciamos todas las bendiciones con las que el Padre, en su misericordia, y por el solo hecho de ser creaciones suyas, nos bendijo, nos equipo (tiempo, recursos, esfuerzos, talentos, etc.), malgastándolas para construir el "yo" falso (el ego) como el mayor ídolo en nuestros corazones, y en abierta oposición a Dios, y construyendo y fortaleciendo el reino de las tinieblas en lugar del Reino de Dios. Mat 12:30. Sant 4.4. 1 Jn 2:15-17.
El haber vivido perdidamente fue una quinta afrenta: Le estaba diciendo, tu fe, los mandamientos que tu guardas, el Dios en el que tú crees, para mi no tienen ningún valor como tampoco lo tienes tú.
Con nuestras actitudes y hechos también le dijimos al Padre directamente (Él está en todo lugar y en todo tiempo) que la fe en Él, Sus mandamientos, Él mismo, para nosotros no tenían ningún valor. Que el mundo y lo que había en el mundo era más valioso que Él. (Rom 1:25).

Luc 15:15-16.
Sexta afrenta: en lugar de buscar la ayuda el padre buscó la ayuda de un extraño. Esto era un mensaje al padre: un impío, cualquier otra persona en el mundo es mejor que tú. (Jer 17:5-6).
En nuestra vieja vida, en lugar de buscar al Señor, entregarnos a Él y depender de Él, buscamos en el mundo, la carne, los dioses falsos, en personas y cosas mucho muy inferiores al Padre, la solución y respuesta a nuestros problemas, menospreciando al Único con las respuestas necesarias y perfectas para cada uno
Séptima afrenta: apacentar cerdos era una actividad totalmente inmunda y contaminante, contraria a la fe judía. Es querer convertirse en lo total y absolutamente contrario a lo que era el padre: rechazo, y oposición total prefiriendo lo inmundo a lo limpio, lo inmundo a lo puro, lo vil a lo santo. (Rom 1:28-31).
Cuántos de nosotros, a sabiendas de que vivíamos vidas contrarias a la voluntad de Dios no seguimos en los caminos de maldad.
Octava afrenta: si apacentar cerdos ya era una afrenta terrible, querer comer la comida de los cerdos, significaba en algún sentido, ser como cerdo. Participar conscientemente de ello. (Rom 1:32).
Muchos de nosotros, no solo vivimos vidas de completa y creciente maldad, sino que además de ello nos involucramos en ideologías y organizaciones que no solo eran expresión de la maldad del corazón humano sino en total oposición a Dios.

Luc 15:17.
En la infinita misericordia de Dios para ese hijo, Él Señor lo hizo volver en sí acerca de su situación (reconocer su miseria frente a la bondad y misericordia del Padre).
"Volver en sí": abrir los ojos a la realidad de su vida, ver su completo fracaso para vivir una vida agradable a Dios y en bendición. Esta es una obra del Espíritu Santo abriendo nuestros ojos a la miseria de nuestras vidas y a la necesidad no una transformación que nosotros por sí mismos no podríamos lograr. No es un hecho propio, sino la toma de conciencia por la acción del Espíritu Santo de su necedad y de su necesidad de Dios. (Jn 16:7-10. 2 Cor 4:3-4. 1 Cor 12:3)
Muchos no andábamos buscando a Dios, pero el Señor, en Su Misericordia, nos buscó y nos encontró, mostrándonos la realidad pecaminosa, horrible de nuestra vida, y anhelando algo mejor, un cambio radical en ella. Fue una antesala al arrepentimiento y volvernos al Señor.

22 Mar 2022