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Problemas en el matrimonio (2) (apuntes).



PROBLEMAS EN EL MATRIMONIO (2).



Aflicción (Jn 16:33).
Situaciones o circunstancias que la mayor parte de las veces no nos gustan y nos provocan algún tipo de malestar o dolencia emocional, provocadas en la relación con otras personas, la mayor parte de las veces, o por las circunstancias en menor grado.
Esas situaciones tenemos dos formas de enfrentarlas:
A la manera del mundo (utilizando recursos humanos, Prov 16:25, Prov 14:12)., o
A la manera de Dios, ejercitando la obediencia a Su Palabra y usando los recursos de Dios que nos provee mediante el Espíritu Santo:
Dios quiere utilizar las circunstancias (y entre ellas los problemas que ocasionan aflicción) para manifestar su gloria y su poder en medio de ellas, y para que obren a nuestro favor junto con las demás cosas (Rom 8:28-29):
Morir al yo (egoísmo) y creciendo en el amor.
Adquiriendo dominio propio sobre las pasiones de la carne, y ganando en paciencia y disciplina (como atleta, como soldado y como agricultor), para alcanzar el premio del llamamiento de Dios en cada circunstancia. Recordemos que las promesas de Dios se alcanzan por la fe y la paciencia (Heb 6:12).


El problema típico en el matrimonio: “no lo(la) soporto”.
Generalmente es el resultado de diferentes perspectivas de la vida y diferentes posiciones en cuanto a los problemas y a las circunstancias que implican la vida matrimonial.
En cualquier circunstancia, lo que una vez fue posible y que condujo al matrimonio, el enamoramiento, es posible recuperarlo con la firme convicción de ambos cónyuges de superar esa situación:
Perdonando y pidiendo perdón.
Obedeciendo a Dios, amando incondicionalmente a la otra persona, tal como ella es, sin pretender cambiarla a nuestro particular deseo.
De lo contrario:
Consecuencia: huida. mantener el ¨statu quo¨ (guerra fría), o divorcio
Mat 7:13-14.
Puerta ancha, camino espacioso.
Final = muerte.
Mat 7:13-14, Jn 10:10.
En Cristo: matrimonios redimidos
Puerta angosta, camino amplio.
Final = vida.
Matrimonios redimidos, implican:
Reconciliación.
Si no perdonamos, Dios no nos perdona.
Esperanza.
Joel 2:18-25 (el Señor restituirá los años...)
Prov 24:16 (Siete veces caerá el justo....)
Sal 37:23 (Jehová sostiene nuestras manos...)
Entrenamiento / discipulado.
Oseas 4:6 (mi pueblo perece por falta de conocimiento)
Sal 119:105 (lámpara es a mis pies Tu Palabra)
Sal 1:1-3 / Mat 28:18-20.
Costo de un matrimonio redimido:
Abandono de la amargura y el resentimiento: PERDON.
Estar dispuesto a reconciliarse: HUMILDAD.
Estar dispuesto a ser ENSEÑABLE:
Aprender como amarse uno al otro.
Aprender a tomar responsabilidad de sus propias acciones.
Aprender y cumplir el rol de cada uno, asignado por Dios, en el matrimonio.
Aprender a desarrollar una comunicación efectiva.


Los defectos de la pareja.
Todos nosotros nos casamos con alguien con más o menos defectos y más o menos egoísta.
Algunos son menos egoístas que otros tal vez, pero todos estamos contagiados con la misma enfermedad.
En cualquier momento puede salir a la superficie, y si no lo tratamos, puede ser fatal para las relaciones matrimoniales.
Somos muy dados a resentirnos y sentir lo que sufrimos por causa de otros, pero raras veces consideramos lo mucho que otros sufren por causa nuestra.
Nosotros, lo mismo que aquellos a quienes criticamos, no tenemos más interés en otras personas que el que tenemos en nosotros mismos.
El que considera sus propios defectos honestamente y tales como son, no encontrará una razón para juzgar con severidad a los demás.
Solución:
Renovar nuestro entendimiento (Rom 12:2).
No pensar como piensa en el mundo.
Cambiar nuestra manera de pensar para que cambie nuestra manera de vivir.
Los defectos del cónyuge  el problema no es de él o ella, es nuestro  el que debe cambiar, para amar incondicionalmente  nosotros.
Los defectos de la otra persona  lo que Dios utiliza para trabajar en las cosas que son necesarias cambiar en nosotros.


Nuestras propias normas respecto a nuestro cónyuge.
Con frecuencia trabajamos tan cuidadosamente con el propósito de definir los roles que deben desempeñar tanto los esposos como las esposas que al final tenemos un código farisáico de conducta que da paso a una relación rígida y cortés.
Otras veces enfatizamos tanto la importancia de aprender a amarnos a nosotros mismos, y nos dedicamos tan intensamente a reparar los daños inflingidos a nuestro yo por un mundo insensible, excluyente y a veces brutal, que "repararnos a nosotros mismos" llega a ser más importante que "entregarnos".
Solución:
Renovar nuestro entendimiento (Rom 12:2).
Amar incondicionalmente.
Salir de nuestras normas y sustituírlas por las de Dios.
Aún con las de Dios no podemos ser legalistas  el amor cubre multitud de faltas.


Los problemas sexuales.
La mala información y las malas experiencias, o la ignorancia, son fuentes de problemas en la relación sexual, que posteriormente se traducen en problemas en la relación matrimonial.
Corazón enseñable y comprensivo:
Hablar nuestros problemas con claridad sin buscar culpas, defendernos, ni acusar.
Buscar el mejor interés de nuestra pareja.
Buscar juntos, información y discutirla entre ambos para aprender.
Si es necesario, buscar ayuda externa.


Percepción errónea de la relación, la vida en común, y el cónyuge.
Las novelas y películas que tratan temas sentimentales son responsables de lanzar a los y las jóvenes (y también a los adultos) a un mundo irreal.
Al casarse, estas personas esperan inconscientemente de su cónyuge y de la relación algo que la vida real no les puede regalar y quedan desilusionados.
La vida matrimonial no son solo dulzuras, también son problemas.
Así como vivimos y disfrutamos de las dulzuras, debemos enfrentar y resolver los problemas.
Los problemas  una oportunidad de entrenamiento para desarrollar nuestros dones, talentos y habilidades que necesitamos para superar las dificultades de la vida y alcanzar la plenitud que Dios nos tiene reservada.



Desviación de los sanos principios del matrimonio
El adulterio, el alcoholismo, la pereza, las muchas ocupaciones, etc., son responsables de muchos fracasos matrimoniales, igual que la incompatibilidad de caracteres.
Generalmente estos problemas van a requerir un corazón enseñable, una decisión de resolverlos, y la búsqueda de ayuda externa.
Cuando existe un genio violento, espíritu egoísta, un corazón frío, celos, rencores, etc., se producen a menudo roces que pueden producir un distanciamiento gradual y paulatino, si no se busca la solución que Dios nos ofrece para estos casos.


La falta de diálogo y de cosas en común.
Hay poco tiempo del uno para el otro  se entra en la rutina conyugal y hay poco diálogo.
La TV, internet, las reuniones sociales, incluso la misma iglesia, roba a muchas familias el tiempo que debieran dedicarse uno al otro.


Los problemas económicos.
La incomprensión en los planes y deseos mutuos, la falta de confianza en el manejo de la economía del hogar y el distanciamiento prolongado por trabajar en lugares lejanos, suelen ser causantes de problemas, como también cuando se contraen deudas difíciles de pagar.


La interferencia de terceros.
La inmadurez de los cónyuges al no dejar atrás a sus padres y madres, en cuanto a su independencia en la relación matrimonial, así como la dependencia de otras personas y sus opiniones (amigos, hermanos, etc.), pueden producir problemas serios en la relación matrimonial.
“El que se casa, casa quiere”.
La relación matrimonial es un asunto exclusivo de los cónyuges y ninguna otra persona debería interferir en ella, salvo en casos de necesidad, cuando la situación requiera consejeros calificados (que en todo caso, no deberían ser amigos o parientes de ninguno de los cónyuges).


El enfriamiento del amor.
La insatisfacción prolongada o muchas insatisfacciones aisladas, pueden producir un enfriamiento del amor en lo emocional y en lo físico, que tarde o temprano puede provocar la ruptura matrimonial o la búsqueda de satisfacción fuera del matrimonio.


Legalismo y tradicionalismo.
Típicamente hablan acerca de responsabilidades y mandamientos.
Ven a Dios como alguién que solo esta interesado en el cumplimiento de la letra literal.
Sostienen que no somos libres de acogernos a la gracia de Dios hasta que por medio de nuestro comportamiento demostremos nuestra dedicación a El.
Hace que cumplir con las exigencias tenga más importancia en la vida cristiana, que la invitación de nuestro Señor para gozarnos en El:
Vida llena de presiones con el fin de ganar la aceptación de Dios.
Autoridad y obediencia se usan de una manera errada e imponen una rígida conformidad a normas impuestas;
La conformidad de esta manera se relaciona con una vida santa.
Miden el nivel de santidad solamente por las manifestaciones externas, dando poca atención a lo que pueda haber en el corazón.
Parece que nunca ven a los individuos como personas dolientes.
Definen las responsabilidades del marido y la esposa y luego animan a cada una de las partes a cumplir con sus funciones dentro del matrimonio.
A veces puede acercarse fácilmente a un moralismo sin gozo.
Con su insistencia en que se viva siguiendo rígidos principios y desempeñándose en medio de estrechos roles, el cristianismo moralista (legalismo), ha infligido un gran daño, y en ninguna otra área lo ha hecho tanto como en el matrimonio.
Un cristianismo que enfatiza la obediencia a las reglas por encima de las relaciones personales no puede tolerar la diferencia ni la libertad, especialmente cuando se refiere a las características personales y responsabilidades de una esposa.
En nombre de la sumisión, las esposas han tenido que soportar toda imaginable forma de abuso.
Muchos hombres han tergiversado la enseñanza bíblica en cuanto a la autoridad en el hogar (autoridad servicial, sacrificial) para justificar el dominio que ejercen sobre sus esposas.
En algunos casos, dan órdenes a sus esposas como lo harían con su perro.
El moralismo también daña a los hombres, pero de una manera diferente:
Una errónea percepción acerca de sus deberes de esposo:
Se dan por vencidos porque no son lo suficientemente fuertes o sabios como ellos pensaban que debían ser.
Se vuelven hacia la pornografía, el adulterio, la depresión y la adicción al trabajo para encontrar alivio de una carga intolerable que les exigía ser más de lo que son.


Igualitarios.
Cristianos que no están de acuerdo con el tradicional punto de vista de la autoridad masculina que incluye el tomar decisiones respecto a la esposa y los hijos.
Enfatizan la sumisión mutua en la que cada una de las partes se somete a la otra en una relación interpersonal entre iguales.
Preocupados porque las mujeres han sido abusadas por una interpretación machista de la autoridad y la sumisión:
Animan a las mujeres a afirmar su igualdad con los hombres en una relación entre socios.
Sin colocarse "bajo" la autoridad del hombre en una relación de jerarquías.
Fácilmente puede degenerar en un proceso de autodeterminación.


Consecuencias del legalismo, el tradicionalismo y el igualitarismo.
Haber perdido nuestra singularidad como hombres y mujeres.
Haber colocado a las personas en rígidos y definidos roles de acuerdo al género, ha impedido la expresión apropiada de nuestra sexualidad;
Ha borrado legítimas distinciones en la manera como hemos sido diseñados para relacionarnos unos a otros.
Esas distinciones deberían ser disfrutadas, no desechadas por considerarlas pasadas de moda.










24 Mar 2016
Referencia: Problemas 02.