La oración y la Iglesia de Hechos.
La oración y la Iglesia (Hechos y Epístolas).
La iglesia nació en un clima de oración (Hch 1:4) y siguió siendo el clima de la iglesia (Hch 2:42) porque estaba ligada con la presencia y el poder del Espíritu que requería para desarrollar su misión (Hch 4:31).
En épocas de crisis siempre recurrían a ella (Hch 4:23-31).
Era esencial (Rom 12:12) en la vida de la iglesia.
En respuesta a la oración recibieron el Espíritu (Hch 1:8, Hch 2:4).
Sus autoridades se destacaban como personas de oración (Hch 6:4, Hch 9:40; Hch 16:25), que urgían a los demás a orar en unidad con ellos (Hch 21:5) e incluía acción de gracias (Efe 5:20, Col 1.12), intercesión (Efe 6:18), y la presencia de Dios (Hch 4:23-31)
Necesita ser hecha con corazón sincero, certeza, fe, santidad, (Heb 10:22), estando firmes, sin fluctuar, confiando en Dios plenamente (Heb 10:23), en un ambiente de armonía y comunión entre todos los hermanos (Heb 10:24-25).
La oración y el creyente.
El Espíritu Santo nos ayuda en nuestras oraciones en la medida en que buscamos conocer y hacer la voluntad de Dios (Rom 8:14). Es un don del Espíritu Santo (1 Cor 14:14-16) y el Espíritu mismo nos ayuda a orar como conviene (Rom 8:26, Efe 6:18, Jud 20).
Es cooperación entre Dios y el creyente: es presentada por el creyente al Padre, en el nombre del Hijo, por la inspiración del Espíritu Santo.
Es posible porque tenemos un Suma Sacerdote (Jesús) cuyos ruegos y súplicas fueron oídos por el Padre debido a Su obediencia (lo que denota la relación entre la respuesta a la oración y la obediencia del orador a Dios) por lo que nos abrió el acceso al trono de la gracia para recibir misericordia, gracia y oportuno socorro (Heb 4:14-16).
Hay una fuerte relación entre la oración y el conocimiento y entendimiento espiritual del creyente (1 Cor 14:14–19, Efe 1:17-19).
La armadura del hijo de Dios (Efe 6:13–18) la incluye: toda oración (Fil 4:6), en todo tiempo (Luc 21:36), toda perseverancia (1 Tes 5:17), por todos los santos.
Implica la acción de gracias (Rom 1:8, Efe 1:15), la intercesión (Rom 1:9, Efe 1:17-19, Efe 3:14-16),
Para servir a Dios (Rom 1:9), impartir dones espirituales (Rom 1:10, Efe 1:17-19), crecimiento espiritual (Rom 1:12), conocimiento espiritual (Efe 1:17-19, Col 1:9-12), que Cristo more en nosotros (Efe 3:17-18)
Debe ser hecha con fe, sin dudar, constante (San 1:5-8), para nuestras necesidades y la voluntad de Dios (1 Jn 5:14-16), no para nuestros deleites (Sant 4:1-3).
La iglesia nació en un clima de oración (Hch 1:4) y siguió siendo el clima de la iglesia (Hch 2:42) porque estaba ligada con la presencia y el poder del Espíritu que requería para desarrollar su misión (Hch 4:31).
En épocas de crisis siempre recurrían a ella (Hch 4:23-31).
Era esencial (Rom 12:12) en la vida de la iglesia.
En respuesta a la oración recibieron el Espíritu (Hch 1:8, Hch 2:4).
Sus autoridades se destacaban como personas de oración (Hch 6:4, Hch 9:40; Hch 16:25), que urgían a los demás a orar en unidad con ellos (Hch 21:5) e incluía acción de gracias (Efe 5:20, Col 1.12), intercesión (Efe 6:18), y la presencia de Dios (Hch 4:23-31)
Necesita ser hecha con corazón sincero, certeza, fe, santidad, (Heb 10:22), estando firmes, sin fluctuar, confiando en Dios plenamente (Heb 10:23), en un ambiente de armonía y comunión entre todos los hermanos (Heb 10:24-25).
La oración y el creyente.
El Espíritu Santo nos ayuda en nuestras oraciones en la medida en que buscamos conocer y hacer la voluntad de Dios (Rom 8:14). Es un don del Espíritu Santo (1 Cor 14:14-16) y el Espíritu mismo nos ayuda a orar como conviene (Rom 8:26, Efe 6:18, Jud 20).
Es cooperación entre Dios y el creyente: es presentada por el creyente al Padre, en el nombre del Hijo, por la inspiración del Espíritu Santo.
Es posible porque tenemos un Suma Sacerdote (Jesús) cuyos ruegos y súplicas fueron oídos por el Padre debido a Su obediencia (lo que denota la relación entre la respuesta a la oración y la obediencia del orador a Dios) por lo que nos abrió el acceso al trono de la gracia para recibir misericordia, gracia y oportuno socorro (Heb 4:14-16).
Hay una fuerte relación entre la oración y el conocimiento y entendimiento espiritual del creyente (1 Cor 14:14–19, Efe 1:17-19).
La armadura del hijo de Dios (Efe 6:13–18) la incluye: toda oración (Fil 4:6), en todo tiempo (Luc 21:36), toda perseverancia (1 Tes 5:17), por todos los santos.
Implica la acción de gracias (Rom 1:8, Efe 1:15), la intercesión (Rom 1:9, Efe 1:17-19, Efe 3:14-16),
Para servir a Dios (Rom 1:9), impartir dones espirituales (Rom 1:10, Efe 1:17-19), crecimiento espiritual (Rom 1:12), conocimiento espiritual (Efe 1:17-19, Col 1:9-12), que Cristo more en nosotros (Efe 3:17-18)
Debe ser hecha con fe, sin dudar, constante (San 1:5-8), para nuestras necesidades y la voluntad de Dios (1 Jn 5:14-16), no para nuestros deleites (Sant 4:1-3).
03
Nov
2014