Estudio Bíblico

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Espíritu Santo.



Sal 23:3-6. La guía constante del Espíritu Santo.



“Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.”

Este Salmo maravilloso habla de la bondad de Dios como nuestro Pastor, habla de esperanza y confianza en todo momento para nosotros, los que creemos en Él. Pero habla también de la función crucial y fundamental de la guianza del Espíritu Santo en la vida del creyente y de sus resultados.

En el Salmo hay dos oraciones que son fundamentales y que tienen que ver con la dirección que el Espíritu Santo nos imparte: la primera se refiere a que Él nos guiará por sendas de justicia y la segunda se refiere a que Él estará con nosotros aunque andemos en valle de sombra de muerte, lo que implica no solo en los tiempos buenos sino que también en los malos, en toda circunstancia, infundiéndonos aliento con Su autoridad (vara) y su enseñanza y dirección (cayado).

La primera oración dice: “me guiará por sendas de justicia”. Cuando el Espíritu Santo nos guía, Él lo hará siempre por los caminos de la Palabra de Dios. Ninguna de sus instrucciones contradecirá, ni mínimamente, lo que nos enseña la Palabra de Dios, porque ella es Su Palabra (al igual que lo es del Padre y del Hijo, porque nuestro Dios es uno solo aunque manifestado en tres Personas). Y Dios (el Espíritu Santo incluido) no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta (Num 23:19), y Su Palabra no pasará, ni una tilde ni una jota cambiará de ella hasta que todo se haya cumplido (Mat 5:18, Luc 16:17). Y como nos guía por los caminos de la Palabra de Dios, las bendiciones de la obediencia nos alcanzarán. O sea que la función del Espíritu Santo es llevarnos a una vida de bendición plena, donde todas las bendiciones de Dios nos alcancen (Deut 28.1-14).

Notemos que en la segunda oración que mencionamos la Palabra dice: “aunque ande en valle de sombra de muerte”. La palabra “aunque” significa que los “valles de sombra de muerte” son situaciones extraordinarias, lo que implica que en las no extraordinarias también está presente la guianza del Espíritu Santo para nosotros. Una conclusión importante de esto es que el Espíritu Santo no es para guiarnos solo en las circunstancias extraordinarias que representan algún problema o dificultad, sino para guiarnos en todas, independientemente si son a nuestro favor o problemáticas. El Espíritu nos es dado para guiarnos siempre, en toda circunstancia, en toda situación, en todo aspecto de la vida, no solo en algunas situaciones selectivas. Somos nosotros los que muchas veces, por diversos factores, hacemos selectiva la dirección del Espíritu porque desde la perspectiva de Dios ella no debería ser así.

Los beneficios de la dirección del Espíritu Santo en nuestra vida son múltiples y de dos tipos, los enfocados en la vida terrenal tales como confortará nuestra alma, echará fuera el temor, poder y autoridad, apoyo y aliento, victoria, más de la plenitud del Espíritu Santo, gozo, bien y misericordia; y los que se refieren a la vida eterna: morar en la casa del Padre.


Confortará nuestra alma.

La palabra hebrea que se traduce “confortar”, tiene una multitud de significados que se relacionan perfectamente con la obra del Espíritu Santo que está descrita en otros pasajes de las Escrituras. Veamos algunos de ellos.

Arrepentirse, recapacitar. El Espíritu Santo, una de sus primeras funciones en cuanto a cada uno de nosotros es producir en nuestras almas convicción de pecado, que lleve al arrepentimiento, para que podamos ser salvos. E igualmente, una vez salvos, cada vez que pecamos, se contrista para llevarnos al arrepentimiento y a confesar nuestro pecado delante del Señor para que recibamos perdón y limpieza y estemos en posición de seguir siendo bendecidos por el Señor.
• Jn 16.8. “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.”
• Efe 4:30. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”
• 2 Cor 7:9. “!Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.”

Apaciguar. Traer paz, poner punto final al conflicto que experimentamos los cristianos. Ello lo hace el Espíritu Santo de dos formas: cuando no somos salvos, provocando convicción de pecado y arrepentimiento para que seamos salvos y entremos en una relación de paz con Dios, y una vez salvos, cuando no estamos totalmente bajo el control del Espíritu Santo: poniéndole fin el conflicto entre la carne y el Espíritu, entre el mal y el bien, entre la obediencia a Dios y la desobediencia.
• Rom 8:5-9. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”

Descargar: quitar cargas, principalmente las cargas de opresión que han sido puestas por el enemigo de nuestras almas sobre nosotros a través de las mentiras, argumentos y fortalezas que ha levantado en nuestro pensamiento. Esto se relaciona también con el reposo y descanso que son otros de los significados de esa palabra hebrea.
• Isa 10:27. “Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.”
• Mat 11:28-30. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”

Refrigerio. Un refrigerio es un beneficio o alivio que se siente cuando experimentamos algo “fresco”, nuevo, diferente. También se refiere al consuelo que se experimenta en cualquier apuro, incomodidad o pena, también a un alimento que se toma para reparar las fuerzas. El Espíritu Santo produce precisamente esas tres cosas en nuestra alma cuando nos sometemos a Su dirección tal como dice Mat 11:28-30, que leímos anteriormente, y también:
• Hch 3:19. “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,”

Recobrar, recuperar, restaurar. Se refiere no solo a nuestras vidas que habían estado presas de las tinieblas y que por el designio de Dios y la participación del Espíritu Santo son rescatadas de la potestad de las tinieblas, sino que también a nuestras almas, que bajo la dirección del Espíritu Santo, una vez que hemos sido salvos y por la Palabra que nos enseña, que nos va conduciendo a mayores niveles de libertad, derribando las mentiras, argumentos y fortalezas que el enemigo de nuestras almas levantó durante el tiempo que nos tuvo en esclavitud, para impedirnos alcanzar la plenitud de vida que Dios diseñó para nosotros.
• Sal 103:3-5. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.”
• 2 Cor 10:4-5. “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,”

Enderezar. Como el Espíritu Santo es el que nos enseña, nos revela y nos ayuda a recordar la Palabra de Dios, por medio de la Palabra somos confrontados, redargüidos, para volver nuestros pasos o caminos a los del Señor, enderezándolos:
• Sal 119:58-60. “Tu presencia supliqué de todo corazón; ten misericordia de mí según tu palabra. Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios. Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos.
• Sal 40:2. “Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.”
• Isa 45:2. “Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos;”

Restaurar. Significa volver a poner algo en el estado o estimación que antes tenía, recuperar, recobrar. Y el Espíritu Santo por su acción y dirección a favor de nosotros, eso es precisamente lo que quiere hacer en nuestras vidas.
• Zac 9:12. ”Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble.”
• Jer 15:19. “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”

Resarcir, restituir. Significa reparar, compensar un daño, perjuicio o agravio. Y el Espíritu Santo también hace eso por nosotros.
• Joel 2:23-25. “Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.” (la primera lluvia, la lluvia temprana y la lluvia tardía son tipos del Espíritu Santo).

Negar, resistir. Es otra obra del Espíritu Santo en nosotros. Por la habilitación que nos da, nos provee de la capacidad de negarnos a nosotros mismos para seguir a Cristo y de resistir y hacer morir las obras de la carne en nosotros.
• Mar 8:34. “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”
• Rom 8:13. “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.”


No temeré mal alguno.

Una de las cosas que más estorban la vida de fe de los hijos e hijas de Dios es el temor: temor a dejar la zona cómoda de lo conocido, temor a lo desconocido, temor a los resultados de las decisiones, temor a que la Palabra no les funcione, temor a fallar, temor al que dirán, temor al resultado final de las pruebas, tribulaciones y problemas que enfrentamos, etc.

Ese temor proviene de la carne, que como es terrenal, sensorial, natural, vive por lo que ve, y como los pasos de fe siguen la certeza de lo que se espera (todavía no se tiene), la convicción de lo que no se ve, entonces la carne se intranquiliza y no se quiere someter a la vida de fe.

Obviamente esta situación es resultado de que estamos siguiendo a la carne y no al Espíritu, tal como no lo enseña la Palabra:
• Rom 8:5-9. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.”

En este mismo pasaje esta la solución al temor: pensar en las cosas del Espíritu, ocuparse del Espíritu que es vida y paz, los designios del Espíritu nos llevan a vivir en amistad con Dios, sujetos a la ley de Dios, agradando a Dios. Es un cambio de enfoque en nuestros pensamientos, y como consecuencia de ello, el temor, el miedo, la cobardía, se irán:
• 2 Tim 1:6-7. “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

El Espíritu Santo al ser el Espíritu de Dios, y siendo que Dios es Amor, es también Espíritu de Amor, y la Palabra de Dios nos enseña que el perfecto Amor (el amor de Dios, del Espíritu de Dios) que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, hecha fuera el temor:
• Rom 5:1-5. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”
• 1 Jn 4:18. “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”

El temor es, entonces, lo más probable, una señal de que estamos caminando en la carne en lugar de en el Espíritu, de que necesitamos conocer más el amor de Dios que excede a todo conocimiento, fortalecer nuestra identidad como hijos e hijas de Dios, y para ello también está disponible el Espíritu Santo, que está dispuesto a revelarnos al Padre, el corazón del Padre, Su Amor por nosotros.
• 1 Cor 2:10-11. “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”


Tú estarás conmigo.

Esta es una realidad maravillosa. El Espíritu Santo no nos va a dejar nunca, siempre va a estar con nosotros, no importa en que circunstancias nos encontremos: si en las peores o en las mejores, si en las más santas o en las menos santas, cuando andamos en el camino o cuando estamos quietos en algún lugar, cuando estamos trabajando o cuando estamos descansando, cuando estamos en la Iglesia y cuando no lo estamos, cuando estamos orando o cuando no lo estamos, en fin, en toda circunstancia, en cualquier parte, en todo momento, sin excepción.
• Jn 14:16-17. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”
• Sal 48:14. “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte.”
• Sal 16:11. “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.”

Y ello nos implica una gran ventaja y oportunidad: siempre podemos estar en comunión con Él, para evitar, precisamente, las peores circunstancias, las menos santas, las más problemáticas y dificultosas, etc. Él está allí precisamente para guiarnos a fin de que no pasemos por ellas, y si por alguna circunstancias tenemos que pasar por allí, Él está para protegernos, para conducirnos a través de ellas con Su autoridad y Su enseñanza, para que salgamos de ellas sin daño.
• Sal 5:11. “Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; En ti se regocijen los que aman tu nombre.”
• Sal 37:28. “Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida.”
• Sal 121:1-8. “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.

Lo mejor de lo mejor que podemos hacer, una vez somos salvos, es mantenernos conscientes de la presencia del Espíritu Santo en nosotros y con nosotros, apegados a Él, en comunión con Él y atentos a escuchar Su voz en todo tiempo, en todo momento, en toda circunstancia, obedeciéndole en sus instrucciones para con nosotros.


Tu vara y tu cayado me infundirán aliento

La vara es el símbolo del poder y de la autoridad, y el cayado es el símbolo de la enseñanza, de la dirección, de la corrección. Y ambas son asignaciones del Espíritu Santo para con nosotros, que nos ayudan a transitar por toda situación en la vida.
• Sal 31:3. Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás.
• Sal 139:7-10. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.
• Efe 1:19-23. “y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.”
• Efe 3:16. “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;”

Esta es, de hecho, la única forma de pasar por las situaciones de la vida sin sufrir pérdida y obteniendo ganancia, tal como nos enseña:
• Rom 8:28. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”


Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores.

Los valles de sombra de muerte siempre tienen un final. Y en ese final lo único que hay para los hijos e hijas de Dios que son guiados y fortalecidos por el Espíritu Santo, es victorial.
• Rom 8:37-39. “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

El Espíritu Santo nos habilita con Su poder y autoridad para librar la batalla contra los demonios, los angustiadores de nuestras almas que vienen del infierno a tratar de estorbar nuestro caminar en Cristo y a robarnos y destruir la vida abundante que Dios en Cristo nos dio. Pero más allá de eso, Él mismo pelea con nosotros contra ellos para garantizarnos esa victoria total.
• Efe 6:10-17. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;”
• Sal 89:20-23. Hallé a David mi siervo; lo ungí con mi santa unción. Mi mano estará siempre con él, mi brazo también lo fortalecerá. No lo sorprenderá el enemigo, ni hijo de iniquidad lo quebrantará; sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos, y heriré a los que le aborrecen.
• Col 1:10-11. “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad;”
• Efe 3:16. “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;

En la antigüedad, cuando un ejército vencía a otro, su comandante ofrecía un banquete de victoria para sus oficiales y soldados, y a ese banquete hacían concurrir a los enemigos (no para celebrar, sino como trofeos de guerra). Y el Espíritu Santo no solo nos habilita para derrotar a las fuerzas del enemigo, sino que Él es el poder que opera en nosotros para ello, y además, como si no fuera suficiente, nos prepara ese banquete de victoria.


Unges mi cabeza con aceite.

El ungir mi cabeza con aceite es un tipo de recibir del Espíritu Santo. Y cuando somos guiados por Él cada día vamos a recibir más de Él, le vamos a conocer más. No es que desde el principio la plenitud del Espíritu Santo no esté con nosotros. Es que nosotros no estamos listos para percibir y vivir esa plenitud que nos es revelada gradualmente a través de la relación que vamos desarrollando con Él. Por ello, la Palabra de Dios nos enseña, en lo que se refiere a nuestra relación con el Espíritu Santo, de por lo menos cuatro estadios, etapas o niveles de desarrollo:
1) Recibir al Espíritu Santo para que venga a morar en nosotros, que sucede en el momento en que reconocemos el Señorío de Cristo y somos salvos (Jn 7:39, Rom 8:15)
2) El bautismo del Espíritu Santo cuando somos equipados con Su poder para que desarrolle la obra de santificación en nosotros, y nos capacite para la mayordomía y el servicio a Dios, y para seguirle más conscientemente (Hch 1:8).
3) La llenura del Espíritu Santo, que implica mantenernos en constante comunión con Él para seguir sus pasos todo el tiempo (Efe 5:18, Hch 13:52).
4) La plenitud del Espíritu Santo que implica que la vida que vivimos ya no la vivimos nosotros (la carne) sino Cristo a través de nosotros (Efe 1:19-23, Gal 2:20).


Mi copa está rebosando.

Parte del fruto del Espíritu Santo es el gozo (Gal 5:22-23), y a ello se refiere la Palabra cuando menciona la copa. La copa es para el vino, y el Espíritu Santo es contrastado en la Palabra con el vino cuando la Palabra nos instruye de que no nos embriaguemos con vino sino que seamos llenos del Espíritu Santo (Efe 5:18). Cuando como fruto de la comunión del Espíritu Santo que nos guía no solo por sendas de justicia (las situaciones favorables) sino también por valles de sombra de muerte (las situaciones desfavorables), somos llenados más y más de Él, le conocemos más, le amamos más, le anhelamos más, en nuestro corazón va a haber un continuo gozo por el hecho de estar en Su presencia cada vez más:
• Sal 16:11. “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.”
• Hch 13:52. “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.”
• Sal 126:1-3. Cuando Jehová hiciere volver (guie, dirija el retorno: la labor del Espíritu Santo en nosotros) la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza (“mi copa está rebosando”); entonces dirán entre las naciones: grandes cosas ha hecho Jehová con éstos. Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres.”


El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida.

Cuando somos guiados por el Espíritu Santo, Él siempre nos guiará y nos equipará para la obediencia a la Palabra de Dios. Como resultado de ellos, también seremos guiados a las bendiciones de todo tipo de Dios para nosotros (prosperidad integral):
• Mat 6:33. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia (la obediencia a la Palabra mediante el poder y la dirección del Espíritu Santo), y todas estas cosas os serán añadidas.”
• Rom 14:17. “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.”
• Deut 28:1-2. “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.” (ver Deut 28:3-14).

Por otro lado, cuando el Espíritu Santo está con nosotros, y por alguna razón nosotros en lugar de seguir la dirección de Él seguimos la de nuestra carne, y por ende pecamos, entonces el Espíritu Santo nos redarguye (se contrista, nos hace manifiesto su desacuerdo con nuestro pecado), para que nos arrepintamos, confesemos nuestro pecado y obtengamos el perdón y la limpieza de Dios (misericordia):
• Jn 16:8. “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (con cuanta mayor razón no nos convencerá a nosotros, los hijos e hijas de Dios).
• 1 Jn 1:8-9. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros (el Espíritu Santo es quién nos guía a toda verdad). Si confesamos nuestros pecados (el Espíritu Santo es quién nos convence de pecado), él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
• Lam 3:22-23. “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”

Por lo tanto, como resultado de caminar en la dirección en la que nos guía el Espíritu Santo, el bien (las bendiciones, las añadiduras) y la misericordia (el perdón y la benevolencia de Dios) nos seguirán todos los días de nuestra vida.




En la casa de Jehová moraré por largos días.

Como resultado final de seguir la dirección del Espíritu Santo de manera creciente, todos los días de nuestra vida, Él nos guiará a la casa del Padre, donde moraremos eternamente. Y notemos bien, no solo a la Vida Eterna (Sal 48:14), sino a la Casa del Padre, ya como novia y futura esposa del Cordero, ya como hijos e hijas, ya como invitados o como siervos, a la morada que nos corresponde de acuerdo a la comunión que hayamos desarrollado con el Espíritu Santo.
• Sal 48:14. “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte.”
• Mat 22:1-14. “Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas;... Volvió a enviar otros siervos,..: Decid a los convidados: ...venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios;... y las bodas fueron llenas de convidados....”

Vemos en esas bodas, que por lo menos estaban invitados y presentes:
• La novia, que es la Iglesia gloriosa, pura, limpia, sin mancha, sin arruga ni cosa semejante que Jesús, por medio del Espíritu Santo ha preparado y está preparando, que se entregaron, de acuerdo al grado de madurez –talentos—que recibieron, a ser guiados por el Espíritu Santo –Efe 5:25-27--.
• Los convidados asistentes, los siervos y los convidados ausentes que suponemos son los muertos en Cristo que resucitaron en el arrebatamiento pero no alcanzaron el estándar de la novia porque no buscaron con dedicación ser guiados y transformados por el Espíritu Santo.

Con ello el Espíritu Santo nos está indicando la necesidad de ser guiados por Él, no por nuestros propios intereses (ideas, motivaciones, pensamientos, fuerzas, etc.), para alcanzar el máximo galardón posible en la Eternidad, tal como el Espíritu Santo guió a hacer y a escribir a Pablo para nuestro ejemplo:
• Fil 3:12-14. “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (ser la novia de Cristo).”

23 Feb 2014