Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Módulo 204. Cosmovisión Bíblica.



COSMOVISIÓN, PARADIGMAS E IGLESIA.



Es obvio que si la iglesia fue constituida por Dios para despojar al reino de las tinieblas (Mat 16:18-19, Efe 3:8-11), está en una guerra frontal contra dicho reino.

Por el ejemplo de las guerras naturales (siendo lo natural un reflejo de lo espiritual, Heb 11:3), podemos deducir como se lleva a cabo la guerra en lo espiritual, y principalmente, la guerra de las tinieblas en contra de la iglesia.

En los ejércitos naturales existe una sección, o más bien, dos secciones que tienen una función estratégica en la guerra: el departamento de inteligencia y el de contrainteligencia. El primero recopila información acerca del enemigo y de sus movimientos, para anticipar lo que harán, en tanto que el segundo trata de filtrar información falsa en las filas de la inteligencia enemiga, de tal manera que al anticipar lo que harán según esa información, se equivoquen, y el ejército que filtra la información falsa tome ventaja.

Y eso es precisamente lo que ha estado haciendo por casi dos mil años Satanás y los demonios con respecto a la iglesia: filtrar información falsa de tal manera que la iglesia se equivoque en su batalla contra las fuerzas de las tinieblas, y estas últimas, en lugar de entregar posiciones (Mat 16:18-20), las consoliden. Esa información falsa es lo que los científicos sociales modernos llamarían cosmovisión y paradigmas y Pablo, en su tiempo, llamó fortalezas y argumentos que se oponen al conocimiento de Dios (2 Cor 10:3-6).

Está ha sido la principal arma del diablo y sus secuaces (recordemos que el diablo es padre de mentira y no hay verdad en él, Jn 8:44). Ha colado en la iglesia, mentiras acerca de Dios, del ser cristianos y de la vida cristiana, de la iglesia y de su rol en el mundo, de manera que la vida del creyente y de la Iglesia, su poder, eficacia, productividad, propósito, etc., se vea mermado (y a decir verdad, ha tenido mucho éxito al respecto), y las fuerzas de las tinieblas, a pesar de haber sido derrotadas y despojadas de toda autoridad en la Cruz del Calvario por Cristo (Col 1:15) sigan teniendo autoridad e influencia, y sigan controlando el mundo interponiéndose para que el Reino de Dios sea establecido en la tierra como en el cielo, y la voluntad de Dios sea hecha en la tierra (que son los objetivos asignados por Dios a la iglesia) (Mat 6:10, Col 1:18-20, Efe 1:9-10, Efe 1:22-23).



La necesidad de la renovación de nuestras ideas.

Por esa razón, la Palabra de Dios le asigna una importancia primordial al tema de la renovación de nuestras ideas (pensamiento), sustituyendo las viejas ideas y paradigmas (cosmovisión) por las de Dios (Deut 6.1-10, Jos 1:8, Sal 1:1-3, 3 Jn 2, Rom 12:2, Efe 4:22-24, Mat 13:18-23, Mat 7:24-27, Luc 6:46-49, Sant 1:22-25).

Sin temor a equivocarnos, por las realidades que estamos viendo en la Iglesia y en el cristianismo de hoy, esta es la necesidad más urgente de la Iglesia de Cristo en este tiempo: volver a la Palabra de Dios y asumirla como lo que es: LA UNICA VERDAD necesaria para establecer (fundar) nuestra vida sobre ella. O como fue uno de los postulados que planteó la Reforma: LA SOLA ESCRITURA, sin mezcla con nada del pensamiento secular, del cual están llenos la filosofía, la educación y la pedagogía, la psicología, el mercadeo, la motivación, etc. (Jer 15:19-20, Jer 17:5-8).



La fuente de los nuevos paradigmas acerca de la iglesia.

Mucho del pensamiento falso que el diablo ha colado en los creyentes y en la iglesia tiene su fuente en la cultura griega (en tanto que el Evangelio, la Iglesia y todo el cristianismo tiene su fundamento en la cultura hebrea), que rechaza lo sobrenatural y privilegia el conocimiento natural, intelectual y racional. Ya en los tiempos iniciales del cristianismo, esa contradicción o dicotomía se hizo presente a través de la conversión de los griegos, por lo que Pablo, tuvo que intervenir en la cuestión y señalar las diferencias fundamentales, marcándoles a los griegos la necesidad de que su conversión no fuera solo en cuanto a la salvación sino también en cuanto a su manera de pensar (1 Cor 1:21-25, 1 Cor 2:1-5, 2 Cor 10:3-6).

De acuerdo a lo que nos dice la Palabra de Dios, la única fuente confiable para restablecer los fundamentos verdaderos de la vida del creyente y de la Iglesia, es la Palabra de Dios (Sal 11:3, Jer 6:16). Si el creyente y la Iglesia son creación de Dios, están comisionados por Dios para hacer Su obra, y cuentan con la Palabra de Dios para que sea su guía y su fundamento, es lógico deducir que es la Palabra de Dios en donde debemos encontrar nuestro fundamento de vida y de la iglesia (Luc 6:46-49), no en conceptos humanos, ni sabiduría humana (Sant 3:15-18, 2 Cor 7:1).



La importancia de los fundamentos de la Iglesia.

La Palabra de Dios, como ya mencionamos anteriormente, nos dice que conforme son nuestras ideas más profundas, así serán nuestros pensamientos nuestras acciones (Prov 23:7, Mat 15.18-20). Esto se corresponde totalmente con la ley de la siembra y la cosecha, que la Palabra menciona en Gal 6:7-8, no solo con respecto a algunas cosas sino con respecto a todas las cosas y situaciones de la vida, incluida la Iglesia.

En consecuencia, nuestros pensamientos con respecto a la iglesia son de la mayor importancia, por cuanto según lo que pensemos respecto a ella, de la misma manera vamos a responder y participar en la vida de ella. Y ello va a tener consecuencias directas sobre la calidad de nuestra vida espiritual (1 Cor 11:29-30).

Si bien es cierto que este pasaje está incluido en una enseñanza sobre la cena del Señor (1 Cor 11:20-34) y tiene que ver con el cuerpo físico del Señor, también es el contexto de un pasaje que se relaciona con el cuerpo de Cristo (1 Cor 12), la Iglesia, por lo que también se relaciona a las implicaciones de nuestra relación con la iglesia. Este pasaje, entonces, nos indica que necesitamos tener claridad en lo que ser iglesia significa para nosotros, y que esa claridad sea aportada por la Palabra de Dios que es la única Verdad. Cualquier otro concepto que tengamos de Iglesia que no sea contrastado con el conocimiento que nos da la Palabra de Dios, puede estar contaminado con mentiras del diablo, y por tanto, perseguir nuestro debilitamiento, enfermedad y hasta muerte espiritual (Jn 10:10) y debería ser rechazado absolutamente (Gal 1:6-9, 2 Tim 3:1-9).



Cambios de tiempos y paradigmas.

Dios es un Dios dinámico, no estático, y constantemente está cambiando los tiempos (Dan 2:21) tanto en lo natural como en su contraparte espiritual (Heb 11:3), y con el cambio de tiempos, principalmente si nuestros paradigmas anteriores no están correctos, es necesario también un cambio de paradigmas respecto a la forma en que enfocamos las cosas (Mat 9:17, Mar 2:22, Luc 5:37-38).

Después de la muerte de los Apóstoles del Cordero (los 12), la iglesia, por los siguientes 1400 años se fue replegando de las posiciones originales que había tenido como sal y luz y levadura transformadora de la sociedad y las naciones en las que se hizo presente (Mat 5:13-16 y Mat 13.33, Hch 17.6), se fue encerrando en sí misma, salvo en las altas esferas eclesiásticas que se relacionaban y manipulaban el mundo de su tiempo en su beneficio personal y económico, y se fue llenando además de religiosidad (como Marx lo dijo: el opio de los pueblos), convirtiéndose en una masa ritualista y no en levadura transformadora.

Esta situación, con la Reforma Protestante que reformó el aspecto doctrinal de la iglesia que se había desviado de la salvación por la fe a la salvación por las obras, de la gracia a la ley, comenzó a cambiar gradualmente, principalmente en los países donde se llevó adelante más fuertemente la Reforma (Suiza, Inglaterra, Alemania, etc.).

Por los siguientes 350 años aproximadamente (hasta más o menos el año 1890), la iglesia fue retomando su papel de luz, sal y levadura, lo que se evidencia en mayor grado en la organización política de las ciudades suizas siguiendo el ejemplo de Ginebra guiada por Calvino y el establecimiento de los Estados Unidos como una nación con fundamentos bíblicos y en la que muchos de sus más altos gobernantes estaban claramente definidos en cuanto a la importancia de la Biblia y sus principios en todos los ámbitos de la vida de la nación (Washington, Lincoln, etc.).

Pero a finales de ese siglo, con el auge del humanismo, la teoría de la evolución darwiniana y la ciencia impulsada por ella, que enfocó su ataque en los postulados bíblicos (la razón vrs la revelación) que sustentaban la vida personal, familiar y nacional, para sustituirlos por los “valores” del humanismo impío, la iglesia se replegó nuevamente hacia sí misma y gradualmente abandonó su posición de influencia en el mundo (la educación, los negocios, el arte, la justicia, el gobierno, etc.).

De tal manera que la iglesia, en los últimos 120 años, ha estado funcionando como un iglesia reformada en lo doctrinal pero fuera de los principios organizacionales y funcionales que Dios en Cristo, el fundador de la iglesia, le determinó en relación con la influencia directa y transformadora en la sociedad y nación que la rodea y en la cual se encuentra inmersa.

En estos tiempos, el Espíritu Santo está comenzando a evidenciar la obra que ha estado preparando en los últimos años dentro de la Iglesia en cumplimiento a Hch 3:21, y que, entre otras cosas, conlleva el regreso al carácter, objetivos y metodología de la Iglesia. Es una nueva Reforma de fundamental importancia de cara a la realidad actual de la iglesia y las naciones, frente a lo que la Palabra de Dios nos indica en cuanto a la segunda venida de Cristo.

 Antes de la segunda venida de Cristo Dios va a restaurar todas las cosas, y cuando dice todas las cosas implica todas, es decir, la iglesia incluida (Hch 3:19-21).

 Jesús vino a establecer un Reino en la tierra (Mat 6:10), para lo cual dotó a la Iglesia de toda la autoridad en el cielo y en la tierra para que ella lo hiciera (Mat 16:16-18, Mat 28:18-20, Heb 10:12-13), reino que aparte de la iglesia no se ha establecido (y aún en ella con limitaciones), y mientras ese reino no esté establecido (que no es lo mismo que funcionando perfectamente) Jesús no vendrá por segunda vez.

 El Reino no solo es una realidad futura. Debe ser una realidad presente y la Iglesia tiene la responsabilidad de establecerlo en todas las esferas de la vida, no solamente en ella, antes de que Cristo venga por segunda vez (Rom 8:19-21, Efe 1:9-10, Col 1:18-20).

Esta Reforma, guiada por el Espíritu Santo, tiene su eje fundamental en la restauración del concepto bíblico del “Reino de Dios”, como una realidad futura, pero también como una realidad presente y vigente en el mundo natural y espiritual de hoy.


31 Ene 2012