Estudio Bíblico

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Módulo 102. Paternidad y amor de Dios.



SANIDAD DE LOS EFECTOS DE UNA PATERNIDAD DEFECTUOSA.


Ante los efectos perniciosos de una paternidad al estilo del mundo (del diablo) en lugar de una plena al estilo de Dios, el Padre por medio de Nuestro Señor Jesucristo proveyó abundantemente para nuestra sanidad emocional en general, y para la sanidad de los efectos de una paternidad defectuosa hacia nosotros, principalmente porque El quiere desarrollar con nosotros una relación Padre-hijo totalmente nueva, plena, perfecta, maravillosa, como siempre debió ser:

“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres,…” (Malaq 4:5-6).

“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores. Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes. En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo. Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo. Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, reconocerán que son linaje bendito de Jehová. En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones. Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha. Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará. Y serás corona de gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino en la mano del Dios tuyo. Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá, y tu tierra, Beula; porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada. Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.” (Isa 61:1-62:5).






Los pasos para nuestra sanidad.

El camino de nuestra sanidad emocional se inicia pidiéndole al Señor que El tome control de nuestras vidas y de todas las situaciones que nos afectan, entregándosela completamente, proclamando el Señorío y la Salvación de Cristo sobre ella:

“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.” (Rom 10:8-11).

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Cor 5:17).

En segundo lugar, necesitamos que nos muestre nuestro corazón, que nos escudriñe y que nos revele aquellas áreas de nuestra vida que fueron dañadas, para que perdonemos y para que El, mediante el bálsamo del Espíritu Santo, que es nuestro consolador, las sane y las restauré, libertándonos del rencor o el resentimiento.

“Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón.” (Prov 20:27).

“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?” (1 Cor 2:10-11).

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.” (Sal 139:23.24).

En tercer lugar, necesitamos, una vez aclarados nuestros pensamientos y corazón respecto a lo que hay en ellos, pedirle a Dios nos perdone por el juicio con que juzgamos y el resentimiento que nos haya mostrado que hay en nuestro corazón y perdonar a las personas que nos lo ocasionaron, en este caso, nuestros padres y las figuras adultas significativas:

“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” (Mat 6:14.15).

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” (Mat 18:21-22).

En cuarto lugar, necesitamos renunciar a mantener ese dolor en nuestro corazón, echándolo fuera de él, para evitar seguir siendo contaminados, entregándoselo al Señor que tiene cuidado de nosotros:

“Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado. Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo, sus pensamientos y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso.” (Isa 55:3-12).

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (Mat 11:28-30).

Ahora, una vez perdonados, limpiados y libres del dolor, necesitamos reforzar esa libertad con la que Cristo nos ha hecho libres, y mantenerla, reconociendo quienes somos en Cristo, cuál es nuestra identidad nueva que El nos da y las implicaciones que tiene el que seamos sus hijos:

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Cor 5:17).

A continuación una lista de lo que la Palabra de Dios dice respecto a nuestra identidad en Cristo y a lo que tenemos en El, que hemos elaborado a partir de las listas que en la misma dirección han preparado y utilizan el Ministerio “Vida Cristiana Victoriosa” (VCL, en inglés) y el Dr. Neil T. Anderson, fundador y presidente de “Ministerios Libertad en Cristo” en varios de sus libros.


Nuestra nueva identidad en Cristo.

Soy lo que soy por la gracia de Dios. 1 Cor 15:10
Soy fuerte por medio de Cristo en medio de mi debilidad. 2 Cor 12:10
Soy la sal de la tierra. Mat 5:13.
Soy la luz del mundo. Mat 5:14.
Soy levadura en medio del mundo. Mat 13:33
Soy hijo de Dios. Juan 1:12.
Soy parte de la vid verdadera y un canal de la vida de Cristo. Juan 15:1-5.
Soy amigo de Cristo. Juan 15:15.
Soy la justicia de Dios en Cristo. 2 Cor 5:21
Soy elegido de Cristo para llevar su fruto. Juan 15:16.
Soy siervo de la justicia. Rom 6:18.
Soy hecho siervo de Dios. Rom 6:22.
Soy hijo de Dios; Dios es mi padre. Rom 8:14-15.
Soy coheredero con Cristo, compartiendo su herencia con El. Rom 8:17.
Soy templo -morada- de Dios. Su Espíritu y su vida moran en mi. 1Cor3:16; 6:19.
Soy un espíritu con el Señor y estoy unido con El. 1 Cor 6:17.
Soy miembros del cuerpo de Cristo. 1 Cor 12:27.
Soy una nueva creación. 2 Cor 5:17.
Soy ministro de reconciliación y estoy reconciliado con El. 2 Cor 5:18-19.
Soy hijo de Dios y uno con Cristo. Gal 3:26-28.
Soy heredero de Dios, pues soy su hijo. Gal 4:6-7.
Soy santo. Efe 1:1.
Soy hechura de Dios -su obra especial-, nacido de nuevo en Cristo para hacer su obra. Efe 2:10.
Soy conciudadano del resto de la familia de Dios. Efe 2:19.
Soy prisionero de Cristo. Efe 3:1.
Soy justo y santo. Efe 4:24.
Soy ciudadano del cielo, estoy sentado en el cielo ahora mismo. Fil 3:20.
Soy la expresión de la vida de Cristo porque El es mi vida. Col 3:4.
Soy escogido de Dios, santo y amado. Col 3:12.
Soy hijo de luz y no de oscuridad. 1 Tes 5:5.
Soy santo, partícipe del llamamiento celestial. Heb 3:1.
Soy partícipe de Cristo; comparto su vida. Heb 3:14.
Soy una de las piedras vivas de Dios, que El está edificando en Cristo como una casa espiritual. 1 Ped 2:5.
Soy miembro del linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios. 1 Ped 2:9-10.
Soy extranjero en este mundo en el cual vivo temporalmente. 1 Ped 2:11.
Soy enemigo del diablo. 1 Ped 5:8.
Soy hijo de Dios y seré como Cristo cuando El regrese. 1 Jn 3:1-2.
Soy nacido de Dios y el maligno (diablo) no puede tocarme. 1 Jn 5:18.
Soy embajador de Cristo. 2 Cor 5:20
Soy rey y sacerdote para Dios, mi Padre. Apo 1:5-6
Soy más que vencedor en Cristo. Rom 8:37
Soy plenamente amado de Dios y nada ni nadie me podrá separar de su amor. Rom 8:31-37
Soy un bendecido de Dios. Efe 1:3
Soy una bendición para todas las familias de la tierra. Gen 12:3
Soy como la luz de la aurora, mi vida va en aumento a cada momento. Prov 4:18
Soy un hacedor de buenas obras las cuales Dios, mi Padre, preparó de antemano para que anduviera en ellas. Efe 2:10
Soy la niña de los ojos de mi Padre. Deut 32:10 (NVI)


Resultados que la Gracia de Dios ha producido en mi.

Justificado y completamente perdonado. Rom 5:1.
Muerto al poder del pecado en mi vida. Rom 6:1-6.
Libre de condenación y culpa para siempre. Rom 8:1.
Estoy en lugares celestiales con Cristo. 1 Cor 1:30.
Tengo libre acceso al trono de la gracia para hallar gracia y misericordia para El oportuno socorro. Heb 4:16
He recibido el Espíritu de Dios en mi vida. 1 Cor 2:12
Puedo conocer las cosas que Dios me ha dado como herencia. 1 Cor 2:12.
Tengo la mente de Cristo. 1 Cor 2:16.
He sido comprado por un precio. Soy pertenencia de Dios. 1 Cor 6:19.
He sido establecido, ungido y sellado por Dios en Cristo. 2 Cor 1:21
He recibido el Espíritu Santo como garantía de mi herencia venidera. 2 Cor 1:21.
Ya no vivo para mi mismo, sino para Cristo. 2 Cor 5:14-15.
He sido justificado. 2 Cor 5:21.
He sido crucificado con Cristo y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mi. La vida que ahora vivo es la vida de Cristo. Gal 2:20.
Como Cristo vive en mi, mi esperanza es la gloria. Col 1:27
Tengo un nuevo destino: la vida eterna. Rom 6:22.
Tengo como fruto la santificación. Rom 6:22
Estoy siendo perfeccionado día a día por el Señor. Fil 1:6
Bendecido con toda bendición espiritual. Efe 1:3.
Escogido en Cristo desde antes de la fundación del mundo para ser santo y sin mancha delante de El. Efe 1:4.
Predestinado, determinado por Dios, para ser adoptado como hijo de Dios. Efe 1:5.
Redimido y perdonado, vivificado juntamente con Cristo. Efe 2:5.
Resucitado y sentado con Cristo en el cielo. Efe 2:6.
Con acceso directo hacia Dios por medio del Espíritu Santo. Efe 2:18.
Puedo acercarme a Dios sin impedimento, con libertad y confianza. Efe 3:12.
Rescatado del dominio de satanás y cambiado al Reino de Cristo. Col 1:13.
Redimido y perdonado de todos mis pecados y mi deuda ha sido saldada. Col 1:14.
Cristo mora en mi. Col 1:27.
Firmemente arraigado en Cristo y sobreedificado en El. Col 2:7.
Mi vieja naturaleza no regenerada ha muerto. Col 2:11.
Estoy completo en Cristo. Col 2:10.
He sido sepultado, resucitado y vivificado con Cristo. Col 2:12-13.
Morí con Cristo y he sido resucitado con El. Mi vida ahora está con Cristo en Dios. Cristo es mi vida. Col 3:1-4.
He recibido el espíritu de poder, amor y dominio propio. 2 Tim 1:7.
Soy salvo y estoy apartado para Dios. 2 Tim 1:9.
El no se avergüenza de llamarme su hermano. Heb 2:11.
He recibido muy grandes y preciosas promesas de Dios por medio de las cuales soy partícipe de la naturaleza divina de El. 2 Ped 1:4.



25 Ene 2012