Estudio Bíblico

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El predicador de la Palabra.



El aspecto humano de la predicación.
La predicación efectiva es el resultado de la confluencia de dos factores: uno Divino y el otro humano.
El aspecto humano es, en mayor grado, del que nos hemos ocupado en este estudio.
El aspecto más relevante y de suprema importancia en el aspecto humano de la predicación es la persona del predicador.
La predicación es la comunicación de la Verdad Divina a través de la persona y personalidad del predicador, de tal manera que el desarrollo y el uso apropiado de la personalidad del predicador es importante.
En lo natural, un discurso eficaz y efectivo depende de: 50% del tema. 20% de la psicología de enfoque y conclusión. 20% de la comunicación efectiva. 10% de la personalidad del comunicador. Sin embargo, ese 10% “leuda” o influye en todo el discurso.
En la predicación, por la intervención divina en ella, estos porcentajes varían, pero sin embargo, siguen siendo relevantes.



La persona del predicador.
Algunas de las pautas fundamentales en relación al predicador serían:

Ser uno mismo.
Manténgase tranquilo, natural y relajado.
Una de las ayudas más importantes para hablar de manera efectiva es estar relajado.
La mejor manera de relajarse es encomendarse a Dios. Hágalo lo mejor que pueda y deje los resultados en Sus manos.
Ser uno mismo involucra tres aspectos.
UNO. Naturalidad: Dios le llamó a usted, con su personalidad, con sus características específicas, incluidas aquellas que no le gusten a usted. Dios desea usar su personalidad, por eso lo escogió y lo llamó. Cambie lo que le disguste con la ayuda de Dios, pero mientras ello sucede, no sea excesivamente crítico de sí mismo, acéptese, ya Dios lo aceptó. Nadie puede ser usted tan bien como usted mismo.
DOS Originalidad: deje que su mejor producto sea su mensaje y la manera particular, individual, especial y específica en que solo usted lo presenta.
TRES. Espontaneidad: no actúe de forma antinatural, sea libre y moderado, haciendo las cosas a su manera, como las hace normalmente. Deje que las cosas sucedan fácilmente, sin ser forzadas u obligadas. No desarrolle un estilo religioso que lo ate y/o restrinja.

No imitar a otro (Las copias nunca son de la misma calidad que los originales).
Hacer eso sería idéntico a lo que Saúl quiso hacer con David cuando le puso su armadura: no le servía y hubiera sido un estorbo antes que una ayuda.
Si se pone a imitar a otra persona su predicación no será totalmente genuina ni sincera, nunca estará completamente tranquilo ni cómodo cuando no expresa su propia personalidad y será frío y superficial.
Decídase a ser usted mismo, eso es lo mejor que podrá ser, y hágalo bien.

Ser veraz consigo mismo.
Sea íntegro (el mismo arriba que abajo, el mismo a solas que en privado, el mismo adentro que afuera).
Sea honesto: libre de hipocresía y engaño.
Sea sincero: estar libre de pretensiones o engaños.
No trate de desarrollar una fachada religiosa (cambiar la forma de hablar, la forma de ser, el tono de voz, etc.), que es abominación ante Dios.
Una fachada religiosa es notoria para los oyentes y les transmite una sensación de falta de sinceridad y autenticidad, apartándolo de la congregación.
El efecto en lo oyentes también puede ser el de verlo a usted como una “casta” o especie distinta a ellos, a un mundo distinto, y eso les hace que les sea muy difícil identificarse con usted.

Olvídarse de sí mismo.
La preocupación por uno mismo puede ser un obstáculo real cuando se habla en público.
Puede producir dudas e inseguridad.
Puede restringir severamente la fluidez y naturalidad, su acciones y su comportamiento.
Usted necesita prepararse tan a fondo como sea posible, pero una vez puesto en pie para hablar, olvídese de su persona y concéntrese en Dios para estar atento a su dirección, y en el auditorio.

Simplicidad.
Usted no tiene que impresionar a las personas, esta allí para servirles, no para impresionarlas.
Su función trata de hacer comprensible, simple, lo que para muchos aún no lo es.

Adaptabilidad.
Como predicador necesita ser flexible y adaptarse a muchas circunstancias diferentes.
Dios tiene un objetivo específico que quiere lograr en cada situación de predicación y/o enseñanza, y el predicador es una llave muy importante en la realización de ese propósito.
Necesita discernir en cada situación lo que el Espíritu Santo desea realizar.
El Espíritu Santo puede crear muchas diferentes clases de atmósferas.
La habilidad para reconocer esto y tomar ventaja de esa situación puede ser la diferencia entre cosechar los resultados deseados por Dios o no.
Necesita esperar en Dios continuamente en su espíritu para discernir la manera en que Dios se está moviendo, y moverse con El.

Limpieza constante.
Usted siempre se reproducirá según lo que es.
Si su vida está contaminada, contaminará a sus oyentes (pecado, amargura, celos, chismes, contiendas, divisiones, etc.).
Por ello, tiene una gran responsabilidad de ser la clase de persona que Dios desea producir.

Propósito y objetivo claro.
La Palabra nos enseña que sin visión, una persona y/o un pueblo se desenfrenan, se pierden, se desvían.
Por ello es que en primer lugar, un predicador y/o uno que enseña la Palabra debe tener una visión a alcanzar en su vida, en la predicación y/o enseñanza en general, y en cada predicación y/o enseñanza específica.
Por otro lado, el carácter y las habilidades y dones de una persona se desarrollan apropiadamente cuando la persona tiene un objetivo real en su vida (que, por supuesto, tiene que coincidir con el propósito de Dios para su vida, Efe 2:10). Ese fin les alienta a desarrollarlas adecuadamente.
A menos que tenga conciencia del propósito primordial de Dios para su vida, puede ser derrotado por el desaliento y el fracaso.

Entregarse de todo corazón.
Nada que merezca la pena es conseguido por gente que no se entrega de todo corazón. Nada de valor es obtenido sin pagar antes el precio.
Si Dios le ha llamado a la predicación y/o enseñanza de Su Palabra, dedíquese de todo corazón a la realización de tal privilegio hasta el fin.
Debe ser lo más importante en su vida. No permita que ello quede relegado a una posición secundaria.

Sujto al Espírtu.
Necesita aprender a caminar en la dinámica que el Espíritu quiera imprimir en la predicación.
Dependiendo de cada situación y atmósfera espiritual, y de lo que Dios quiere alcanzar en cada circunstancia, el Espíritu le imprimirá una particular dinámica para ese momento específico.
Pedro ejemplifica esta situación, cuando habiendo sido una persona temerosa, se levantó en el día de Pentecostés, superando sus temores, y predicó a multitudes (Hch 2).

14 Dic 2011
Referencia: La Biblia 29.