Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Una lectura de los resultados electorales.



Introducción.

La Palabra de Dios en Heb 11:3 nos enseña claramente que lo espiritual determina lo natural de tal manera que lo natural refleja lo espiritual. A partir de este hecho, los resultados de las elecciones del pasado 11 de septiembre en nuestro país de autoridades para el período 2012-2015, y el resultado de ellas creo que nos pueden proveen de una lectura que como Iglesia necesitamos hacer para enfocar nuestros esfuerzos a fin de ver cumplidos los propósitos de Dios sobre nuestra nación.

La Palabra de Dios nos enseña que el propósito de Dios es establecer Su Reino (Mat 6.10), reconciliar todas las cosas con Cristo (Col 1:18-20, Rom 8:19-21) en esta nación, y adicionalmente Dios ha manifestado esto de una manera muy clara a través de la Palabra Profética que Dios ha enviado a esta nación desde hace años a través de muchos profetas: que Guatemala “será luz para las naciones de la tierra”.

Para establecer Su Reino en la tierra Dios requiere de nosotros los cristianos que, en primer lugar, estemos conscientes de que como Iglesia somos los agentes de cambio que Dios ha colocado en el mundo para realizarlo. Para ello, el Reino (la obediencia a Su Palabra y a Su voluntad) necesita establecerse primeramente en nosotros, y después de ello, que vayamos al mundo (las personas, las familias, las organizaciones, las actividades –entre ellas la política—y el gobierno, para que como sal, luz y levadura, lo transformemos (Mat 5:13-16, Mat 13:33, 2 Cor 5:18, etc.). Entonces, parte de la tarea del Reino es no solo lograr la participación de creyentes en la búsqueda de ser electos a las posiciones de autoridad, sino de apoyar todos para que puedan llegar a ocupar esas posiciones de autoridad por las que están compitiendo.


Avances.

En función de lo anterior, creo que hay hechos que son relevantes que necesitamos destacar.

En primer lugar, en las dos anteriores elecciones, uno de nuestros hermanos también optó por la presidencia, pero en la primera elección obtuvo alrededor de 50 mil votos, en tanto que en la segunda obtuvo alrededor de 75 mil. Harold Caballeros, que era un hermano compitiendo en estas elecciones para la misma posición obtuvo 300 mil votos, lo que implica un crecimiento del 400%. Ese es un hecho positivo y significativo, porque parecería indicar que hay más cristianos conscientes del rol transformador que nos toca desempeñar en medio de la sociedad.

Este hecho por sí mismo podría no ser una interpretación correcta, pero si a ello le sumamos todo el debate y concientización que se hizo al respecto, que en las anteriores elecciones no sucedió, parecería reafirmar esa adquisición de conciencia y convicción, que aunque todavía sea insuficiente, representa un avance significativo, principalmente cuando en nuestro medio cristiano está tan enraizado el paradigma de no relacionarse con el mundo (paradigma contradictoria por cierto, porque la mayoría, si no todos los cristianos nos relacionamos con el mundo a través de nuestros trabajos, negocios, compras y ventas, enviamos a nuestros hijos a estudiar a colegios o escuelas del mundo, le pedimos al gobierno que nos cuide, que provea oportunidades de trabajo, que estimule la economía, etc., además de contradictorio con la Escritura de acuerdo a lo que ella nos enseña acerca de la actitud del fariseo y el escriba en la parábola del buen samaritano).

Por otro lado, aunque incipiente y tal vez quebradiza todavía, se produjo una unidad de pastores de diferentes denominaciones, alrededor del apoyo a esa candidatura, lo cual es todavía más significativo, por cuanto son los líderes de las iglesias, cuya voz, que aunque en esta ocasión no fuera escuchada por todos, ya comenzó a escucharse, anunciando un pronto cambio de paradigma necesario.

También, como resultado de una mayor conciencia respecto a la importancia espiritual que tienen las elecciones de autoridades (Ezeq 28:1-20, Prov 29:2, Mar 10:42-45) mucho más personas se involucraron en la intercesión por la nación, lo cual, de acuerdo a nuestra experiencia, es un paso inicial en el escalón de adquirir una mayor conciencia respecto a la necesidad del cambio de paradigmas de la iglesia para la transformación de la nación (2 Cro 7:14).

Esta toma de conciencia y participación incipiente pero positiva hay que verla también dentro del contexto de la toma de conciencia acerca de la forma del cumplimiento de los planes de Dios, entre ellos el del establecimiento del Reino de Dios en la tierra. En la Palabra podemos encontrar, por lo menos, dos tipos de planes que Dios tiene.

En primer lugar, aquellos que para su cumplimiento no requieren de ninguna intervención humana, solo la intervención directa de Dios, como cuando Dios envió el Espíritu Santo sobre los que estaban congregados en el Lugar Alto en el día de Pentecostés (Hch 2:4), o cuando María concibió del Espíritu Santo (Luc 1:26-38). En ellos solo se requería la fe de los que participaron en el cumplimiento del plan de Dios, pero ninguna acción adicional. En tanto que hay otros planes de Dios, entre los cuales se encuentra el establecimiento de Su Reino, que requieren para su cumplimiento de la fe, la decisión y la acción humana, principalmente de Su Pueblo y/o de Su Iglesia, como cuando Dios llevó a Israel frente a la tierra prometida que El ya les había entregado, pero requería de ellos la fe, la decisión y la acción (obediencia) de entrar a poseerla. Como ellos no quisieron, Dios esperó 40 años para que ese plan tuviera cumplimiento. O como nos enseña Deut 30:19-20: El ha puesto delante de nosotros la bendición y la maldición, la vida y la muerte, nosotros somos los que tenemos que escoger aunque El nos dice que escojamos la vida y la bendición, pero el resultado final no depende de El sino de nosotros (obediencia). Igual sucede en el caso de elección de autoridades según nos enseña Deut 17:14-20: Dios escoge a una persona pero su elección debe ser refrendada por aquellos que van a estar bajo su autoridad (“pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere;”).

Tradicionalmente, la iglesia ha orado por la transformación de la nación, lo que indica que el Espíritu Santo está produciendo en nosotros una creciente toma de conciencia de la necesidad de esa transformación. El problema es que hasta ahora lo hemos hecho en la dirección de “esperar en Dios” de una forma pasiva, que El lo haga solo, por sí mismo, sin intervención de nosotros, cuando la Palabra nos enseña que necesitamos involucrarnos en forma activa (la parábola del buen samaritano, la acción de la sal, la luz y la levadura –Mat 5:13-16, Mat 13:33, Rom 8.19-21, etc.). Hoy, como resultado de una serie de procesos y situaciones que Dios ha permitido, entre ellas todo lo que sucedió alrededor de esta elección, hay más consciencia de que Dios transformará nuestra nación, pero que también requiere de nuestra participación activa haciendo nosotros lo posible y El haciendo lo imposible (Ecle 9:10). Ello implica que hay un movimiento de la pasividad a la participación, que irá creciendo y llegará a convertirse en una masa crítica que tarde o temprano, y por la intervención que el Espíritu de Dios está haciendo en este aspecto de la vida de la iglesia, pareciera que será más temprano que tarde.


El asunto de la obediencia a la Palabra de Dios (Señorío de Cristo).

Otra cosa que es importante en estos resultados, que a pesar de ser aparentemente negativa, Dios hará obrar para bien (Rom 8:28-29) es lo relacionado a la obediencia a la Palabra en el Cuerpo de Cristo. Desde esa perspectiva, creo con todo mi corazón que la inscripción de Harold Caballeros (hermano en la fe) especialmente, por todas las circunstancias que se dieron alrededor de ella, fue una señal clara y evidente de la escogencia de Dios para gobernar esta nación, que nosotros, los hijos e hijas de Dios necesitábamos refrendar con nuestra marca en la papeleta. Cuando no lo hicimos, entonces violamos un mandamiento de la Palabra de Dios porque Deut 17.14-20 no es una opción sino un mandamiento y con ello evidenciamos que aún el Reino (gobierno y obediencia) de Dios en nuestras vidas no está establecido, por lo menos en este aspecto. La cantidad de votos que el hermano obtuvo contrastado con la cantidad de cristianos que hay en el país marca este hecho de una forma muy notoria. Según datos cuya fuente es la Iglesia Católica, y que fueron publicados en los medios de comunicación, en el país el 50% de sus habitantes, por lo menos, se identifican como cristianos. Si llevamos ese mismo porcentaje a la cantidad de votos emitidos, ello nos daría una indicación que el 50% de esos votos fueron de cristianos, lo que implica un total aproximado de 2.5 millones de votos, pero el hermano Harold solo obtuvo aproximadamente 300 mil, lo que nos indicaría, suponiendo que todos los votos que él obtuvo fueron de cristianos (que seguramente no fue así, pero que para los efectos de esta lectura podemos obviarlo), nos indicaría que solamente el 12.5% de los cristianos fueron obedientes a las instrucciones de la Palabra del Señor. Si marcar una papeleta, que para muchos cristianos, no es un hecho de tanta trascendencia en su vida, y por lo tanto obedecer el mandamiento no resultaba tan difícil, y a pesar de ello no fueron obedientes, nos hace surgir una pregunta: ¿Cómo les irá obedeciendo otros mandamientos del Señor mucho más relevantes como renovar sus mentes, perdonar, abstenerse de la codicia, la mentira, la lujuria, el robo, etc.? Este resultado, entonces, evidenciaría que la Iglesia del Señor necesita crecer en obediencia principalmente cuando a este hecho unimos otros más como es la incidencia del pecado en la vida de la iglesia (falta de perdón, críticas, enojo, división, prevalencia por mucho del énfasis de la predicación sobre las bendiciones de Dios, la prosperidad y el éxito respecto a temas fundamentales de la Escritura como obediencia, santidad, transformación del carácter, renovación de la mente, etc.).


Conclusiones.

Los resultados de las elecciones, en concreto, nos permiten señalar en cosas positivas que, de tomarlas en cuenta y enfocarnos en ellas, en el futuro cercano nos permitirán ver un avance significativo hacia el cumplimiento del plan de Dios para la Iglesia y la nación fortaleciendo, a través de la predicación, la enseñanza (Efe 4:11-16) y las buenas obras (Efe 2.10), la obra que el Espíritu Santo ya comenzó en la Iglesia orientada hacia:

 La transformación de la nación que Dios quiere para el establecimiento del Reino de Dios (reconciliación, Señorío y obediencia) que comienza por la transformación de las personas para orientarlas hacia la transformación de sus familias, organizaciones, actividades, comunidades y nación mediante la aplicación de los principios de la Palabra de Dios en ellas (Mat 6:9, Col 1:18-20, 2 Cor 5.18).

 La unidad del Cuerpo de Cristo, enfocándonos en lo que nos une (el propósito de Dios para la Iglesia y la nación) en lugar de los puntos, al final poco relevantes, que nos separan (Jn 17:11, Jn 17:21-22).

 La actividad de los creyentes, en todas las áreas y actividades de su vida, para ser los agentes de cambio que Dios quiere y espera (2 Cro 7:14, Mat 5:13-16, Mat 13:33, Rom 8:19-21).

 La necesidad de, por amor, procurar la sanidad del mundo moribundo, y desterrar de la vida de la Iglesia el escapismo, aislacionismo y/o indiferencia hacia lo que sucede en el mundo exterior a la iglesia, que manifiesta un incremento de la maldad (la parábola del buen samaritano, Luc 10:25-37), principalmente en obediencia a la Gran Comisión (Mat 28:18-20) que nos envía a discipular a las naciones para traerlas bajo el Señorío y Reinado de Cristo (Mat 6:10).

 La obediencia a la Palabra de Dios (Deut 4:1, Deut 28.1-14, 2 Cor 10:5, 1 Sam 15:22-23, 1 Ped 1:13-17), el temor de Dios (Prov 1:7, Prov 2:5) y la santidad sin la cual nadie verá al Señor (Heb 12:14).





19 Sep 2011